REAL MURCIA -2-0- FUENLABRADA

REAL MURCIA: Gazzaniga, David Vicente, Alberto, Saveljich, Cadete, Isi Gómez (Yriarte, 31), Palmberg. Pedro Benito (Pedro León, 81), Davo (Toral, 66), Alcaina (JC Real, 66) y Flakus (Loren, 81). Suplentes: Íker Piedra (ps), Kenneth, Moha, Cadorini, Jorge Mier, Jaso y Boateng.

FUENLABRADA: Lucas Diaz, Bilal, Marcos Mauro, Álvaro García, Isma Casas, Ale Galindo (Moyano, 58), Aguza, Fer Ruiz (Aarón Piñán, 58), Barbosa (Abde Damar, 46), Cedric y Manu Garrido. Suplentes: Bloch (ps), Ilies, David Alba, Currás y Barbu.

Árbitro: Tárraga Lájara (colegio valenciano). Amarilla para el local Davo.

Goles: 1.-0 (min. 13): Flakus; 2-0 (min. 87): JC Real.

Incidencias: Nueva Condomina. 10.052 espectadores en las gradas.

Comentario: Necesita el periodismo dar pocas señales cuando titular una crónica como esta es evidente: ganó el Murcia en casa, pero así no titulo. Me cansa lo evidente, me cansan las inconsistencias, me cansa que siempre en la balanza se trampee para poner poco peso donde es más fácil pesar la culpa; en el banquillo. Me aburre y me agota, de verdad. Lo peor es que se creen corrientes de opinión para el que evita pensar, para el que va a lo fácil -ir a lo sencillo deja resaca en la ignorancia-.

Ahora, venga, tras este soliloquio, sumamos de tres. Y esto no debería ser algo que se saliera de lo ordinario en un club con uno de los mayores presupuestos de la categoría, con una de las masas sociales más fieles, con el dinero saliendo de los bolsillos, pero con resultados de equipo modesto, que sufre para estar donde está. No debería, claro que no, pero en el cuadro grana lo de ayer es extraordinario porque fuera de esa ordinariez se quedan las dudas de la propiedad sobre el banquillo, los interrogantes de la dirección deportiva en el amor propio de su trabajo, los devaneos de una plantilla que no termina de encontrar en el césped un hilo conductor a su historia con el balón, en definitiva, que no me engaña nadie, como no le mienten a los que sienten el escudo en su bufanda.

Vale, ganaron, pero el método quedó lastrado por un equipo que sigue jugando con fuego, que se quema cuando debe marcar el ritmo y que recoge cenizas de nervios cuando le aprietan. Al final, repito, suman de tres, la prueba de su validez, pero se sienten al final de la barra del bar, tras cumplir con sus obligaciones laborales, para pedir una tila en vez de una copa, nada de festejos. No hay para más de momento. Y, si lo hay, la cuestión consistiría en limpiar la lente por la que ven la estela marcada por los de arriba, este fin de semana, con la mecha más corta para ver la pólvora que podría arder.

Lo mejor de ayer fue el rival; por la forma y por el fondo. El Fuenlabrada mola cuando se asoma a los campos como hizo aquí, con la cara descubierta y las espaldas vacías. Buscó salir a competir, levantando la barbilla y mirando de frente a los granas, sin miedo al escenario. Por eso, a los de Fran Fernández les gustó encontrarse a un rival que no se acodó en la zaga para solicitar al barman un cóctel de defensa. Jugando de cara, parecen otros, hasta más guapos, aseados para la cita, con el calzado lustroso. Se gustan y hacen gustarse, flirtean y atacan. Raro ¿no? Pues sí. Eso hace el Murcia cuando el rival no vienen a encerrarse y tenemos casos cercanos; Sevilla B y Alcoyano, por ejemplo. Y de ahí el gol. Flakus, ese doble del chino Carrillo, adelantó a los de casa y la grada murciana pasó de líquida a gaseosa. Para no creerlo. 1-0 por delante, un cantar de una gesta que parecía acostumbrarse a no saber de ella. Hasta el descanso, que quedaba una vida, el sufrimiento no se auscultó. Lástima que Isi Gómez se lesionara, pero no todo podía ser bueno en un día escrito para bailar.

Los cambios en el segundo acto de los kirikos les convirtieron en otro rival. De repente, volaban. Parecían otros, mutados, con una metamorfosis que a algunos nos pareció estelar. Fueron mejores que los locales, encogidos ante el empuje madrileño. Tuvieron ocasiones, llegadas, jugaban en campo contrario, en fin, suplicio y rezos en el estadio ahora que la Fuensanta está en la ciudad. Alberto sacó un balón que se colaba, el colegiado -esta vez sí fue nuestro- evitaba señalar un agarrón sobre Manu Garrido, varios córneres sucesivos… hasta que JC Real volvió a ser el que se espera. Sentenciaba a poco del final para deshacer el nudo de algunos en la garganta. 2-0 e incredulidad visitante. Poco más en la solapa de un partido que dejó tres puntos, una herida suturada y a Fran en el banquillo pese a la amenaza de un presidente que miró durante la semana más al banquillo que a los despachos.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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