REAL MURCIA- 2-3- CD CASTELLÓN

REAL MURCIA: Manu García José Ruiz (Enol Coto, 84), Marc Baró, Alberto, Rofino, Isi Gómez, Tomás Pina (Pedro Leíon, 46), Dani Vega (Amín, 67), Loren Burón y Carrillo. Suplentes: Íker Piedra (ps), Gianni (ps), Andrés López, Álex Rubio, Marcos Mauro, Carrión, Sabit y Svidersky.

CD CASTELLÓN: Gonzalo, Chirino, Alberto Jiménez, Vertrouwd, Óscar Gil, Manu Sánchez, Lottin (Indias, 61), Moyita, Douglas (Iosifov, 80), Raúl Sánchez (Josep Calavera, 61) (Villahermosa (92) y Medunjanin (Granero, 61). Suplentes: Carney (ps), Schwake, Veldwijk, Julio Gracia, Traore, Kasteneer y Punzano.

Árbitro: Domínguez Cervantes (colegio andaluz). Expulsó, por doble amarilla, al visitate Vertroud (33´). Amarillas para los murcianos Enol Coto y Carrillo y los visitantes Óscar Gil, Vertroud, Manu Sánchez, Granero y Chirino.

Goles: 0-1 (min. 2): Douglas; 0-2 (min. 25): Manu Sánchez; 1-2 (min. 51): Alberto; 1-3 (min. 57): Lottin. 2-3 (min. 63): Víctor Rofino,

Incidencias: Nueva Condomina. 25420 espectadores, con más de 4000 procedentes de Castellón.

Comentario: ¿Por dónde empiezo? No crean que no cuesta hacerlo. Si lo hago acusando al Real Murcia de perpetuar errores, parece que no espabilo y olvido que la crónica, fundamentalmente, va a ser leída por aficionados granas. Si digo que fueron valientes los de Alfaro, no miento, pero debo comenzar explicando que el Castellón le descosió las costuras, apenas hiladas con puntadas del hilo más fino que existe en esto del fútbol, el de la soberbia. Si apelo al rival -enorme, grandioso en la forma con la que ejecutan su fútbol- minusvaloro al equipo murciano. Con estos mimbres, escribir de una derrota -y leer sobre ella- es la mejor manera de acostarse un sábado con la cólera de un prestigio edificado con más de media docena de porterías a cero y el palillo mordido entre los dientes tras una mala digestión.

No hablo del rival, que esto no es para ellos. Si lo hiciera, no existiría teclado para definir tan majestuosa -y esquizofrénica- actuación. Por eso, me exijo en definir a Alfaro y a su ataque de entrenador como el inicio del caos en el que quiso que los suyos encontraran cometido. Su narrativa los llevó a interpretar el partido entre el error y la imprudencia. Y aquí, entonces, está claro que, o no trabajaron el choque, o no entendieron nunca las causas que llevan al Castellón a gobernar, desde el inicio del curso, en la tabla de forma dictatorial.

Por eso, más allá de un argumento cimentado en confusiones, deberíamos tener todos claro que al Real Murcia solo le servía la victoria. Al igual que contra el Málaga, cuando terminaron con superioridad numérica pero colgados del larguero de la portería como murciélagos, o contra el Ceuta -a los norteafricanos les faltó el ritmo en la circulación del balón que tuvieron los orelluts-, Alfaro no llegó a valorar los tres puntos asidos al empate como diana en la distancia. Parecían no conocer a un rival codicioso con el balón y egoísta en los espacios. Digo parecían como podría decir cualquier afirmación para justificar la inanición con el balón de los granas. Con un centro del campo poco vertical y dinámico -solo Isi R´n´R star Gómez escruta con el balón posibilidades ofensivas-, el Murcia se evade del espacio como el que levita pensando en vencer con el escudo. Y, a igualdad de condiciones, es muy inferior a un Castellón que, sin perder sus señas de identidad, necesita poco para arrullar al balón y sentir avaricia con él cuando pisan el área rival. Así, se pusieron por delante por en un ejercicio de armonía coral, como bailarinas en el escenario, elaborando, manipulando, acariciando en su juego ese acuerdo con sus principios de los que nunca se descabalgan. Y, ¡hala!, 0-2, casi sin darnos cuenta. A remar los del Real Murcia tras dos disparates defensivos locales de esos que se tatúan en los historiales de los zagueros. Pero apareció Loren para hacer palpitar la sinopsis de un duelo que se adivinaba negro -por el color del rival y por la respuesta de Alfaro, poco rápido de reflejos para cercenar el ritmo orellut-. El cordobés se echó el equipo a la espalda, sacando la escuadra y cartabón para dibujar la hoja de ruta de un equipo que encontró espacios en la espalda de Vertrouwd para ganar importancia, tanta como para arañar la ingenuidad del defensor y hacerle ganar la expulsión. Fueron momentos, instantes de adrenalina para un bloque local que encontró en Gonzalo Crettaz su seguro de vida. Evitó, con una sublime mano, que Alberto redujera distancias en el 35´y fue capaz de parar el ritmo grana cuando más enchufados estaban los de Alfaro con una posible lesión que hizo claudicar la intensidad de los locales.

Pero Alberto redimió la extraña acción en el segundo gol visitante cuando apenas se iniciaba el segundo acto. Con un mundo por delante, la apertura táctica hizo que los locales habilitaran espacios al rival. Y, en otro error defensivo -este vez de Rofino-, Lottin sentenciaba de disparo cruzado. Tres veces recorrió Manu García el camino hasta el fondo de la red, tres, el mundo al revés en su biografía como inquilino de Nueva Condomina. Menos mal que ayer los errores estaban adiestrados para ser perdonados. Tanto que Rofino, en un balón suelto, volvía a dejar la distancia entre ambos a golpe de gol. ¿Algo más? Pues pasó que Loren, de largo la pregunta y la respuesta de este Real Murcia, perdió fuelle físico y Alfaro parecía discernir entre dudas un juicio donde el empate justificaba sus motivos.

Y llegó lo que faltaba; un equipo previsible que ambicionaba con centros laterales un tesoro decente, un bloque sin alternativas desde el banco, sin timón desde el banquillo, en definitiva, previsible e inocente. Pero, en un alarde de ingenuidad manifiesta, una mano tan infantil como ridícula, aumentaba las pulsaciones en la grada con un penalti que detendría Gonzalo Crettaz en el último instante del engañoso tormento murciano. Pedro León, esta vez, desistía ante el argentino, como transigía la grada un resultado que daña el presente, subordina lo que queda de competición y saca a la calle santos, oraciones y demás parafernalia para implorar que llueva mala suerte en los rivales por un PO que se les escurre de los dedos… o que Alfaro suelta.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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