REAL BETIS B -1-2- REAL MURCIA

REAL BETIS B: Manu, Pablo Busto, Koré, Moha, Bladi (Taroré, 90), Gnangoro (Morante, 90), Mawuli, Gismera, Rodrigo Marina, Reina (Destiny, 80) y Sosu (Toral, 72). Suplentes: Germán (ps), Zidane. Embalo, De Roa, Sorroche, Adrián Martín, Yanis y Borja Alonso.

REAL MURCIA: Gazzaniga, Mier, Héctor Pérez, Alberto, Cristo Romero, Sekou (JC Real, 72), Isi Gómez (Antonio David, 55), Palmberg (Pedro Benito, 46), Ekain (Pedro León, 84), Flakus y Bustos. Suplentes: Kajaia (ps), Andrés Carmona, Rubén Vila, Jorge Sánchez, Sarabia, Schalk y Cadorini.

Goles: 0-1 (min. 18): Flakus; 1-1 (min. 60): Marina; 1-2 (min. 84): Flakus.

Colegiado: Angelov Borisov (Colegio balear). Expulsó por doble amarilla a Koné (min. 54). Amarillas para los locales Mawuli, Pablo Busto y Marina. Por los murcianos Palmberg, Mier, Ekain, Bustos, Héctor y Cristo Romero.

Incidencias: Ciudad Deportiva Luis del Sol.

Comentario: Por Murcia suele ser así; o hay ideas suicidas, o exigimos baile y farándula. Esa bipolaridad que se asocia a la desgracia o a la fiesta consigue en el fútbol alcanzar un estado de inconsciencia del que no se sale con facilidad. Hace una semana la afición vagaba por un bosque de sombras y penumbras que hacían grana la inminente llegada del Halloween, esa Orillica del Quijal que daba más miedo que imaginarse no pelear por el ascenso. Los difuntos anochecían en sueños corriendo por el desgastado césped de Nueva Condomina, con calabazas, como suspensos en la escuela, no como candiles, porque la luz en el juego, la iluminación de ideas en los partidos, se había perdido hace jornadas.

Pero llegó Colunga y trajo la luz. Etxeberría (y Goiria, no conviene olvidar en décadas este último apellido por aquí) hizo que lo grana, en juego y en sentimiento, quedara sumido en las tinieblas más profundas de la tabla. Y dolía ver la historia centenaria y los miles de socios sin una pareja de baile que mostrara sus virtudes en el campo. Hacía daño, supuraba vida el equipo, se consumía. Atrás quedaron los selfies de algunos en la pretemporada, los cuentos y mentiras, los ensanchamientos de pecho cuando no quedaba camisa desabotonada con talla para los que alardeaban de todo lo que iba a mostrar el equipo.

Pero llegó Colunga y, como en el cuento, se despertó la princesa amaneciendo el equipo ocho jornadas después para vencer, aunque fuera al colista, aunque fuera ante el peor, de largo, equipo del grupo, aunque fuera jugando ante diez, aunque fuera tras fallar ocasiones, aunque fuera tras un nuevo error de Gazzaniga, aunque fuera queriendo agradar más, aunque fuera… se ganó y algunos nos volvimos a crecer, a pensar en el playoff, a pensar que aún hay tiempo, a pensar que el vermut iba a saber mucho mejor que tomar una cerveza a destiempo y sin ganas, como las últimas veces.

Pero llegó Colunga y los que eran tan malos una semanas atrás parece ahora que están a disposición de mejores metas, que ya no usan catalejo para ver la quinta plaza, que ya no están tan tristes, que ya pueden salir sin vergüenza a la calle, que son los que esperábamos ver. ¿Pero qué había pasado? ¿Se habían olvidado de jugar? ¿Por qué ahora sí? El fútbol, no hay más respuestas, y sus estados de ánimo. Puede que sacarse el filo del pecho, puede que empujar el cuchillo hacia afuera, puede que sentirse como deben les haya hecho el resto. Jugar, pues… tampoco estuvo el partido para pedir a la jukebox la mejor canción, tampoco hubo dudas, tampoco hubo lamentos. Se ganó, se sumaron tres puntos y se sufrió. Jugar ajustándose la soga al cuello tiene estas cosas; hay quienes hablan de camas y quienes sufren con las expectativas de colchones viscoelásticos cuando no hay más que para hinchables. Insisto en que adaptar la realidad de un equipo con taras tácticas, con mermas de plantilla y con ilusiones desbordadas tiene estas cosas. Una vez se gana la Copa de Europa y otras la cuchara de madera del torneo de la era de Cabezo de Torres cuando los solteros, con resaca, son vapuleados por los casados. Así se debe haber sentido la plantilla grana desde inicios de campaña. Así la han hecho sentir quienes llegaban con ínfulas de grandeza manejando la pasta de Felipe. Poco más que contar. Flakus hizo lo que debía haber hecho muchas semanas atrás y la manzana brilló pese al veneno que rondaba el ambiente. Volvemos, de nuevo, a ser campeones de la nada, sabiendo que nuestra Europa está al final de un camino con Colunga como guía. Porque ¿sabéis que llegó Colunga y que más que alegría trajo sentido común?

Ángel García Álvarez

@__AngelGarcia__

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