Hoy juega el Murcia en Sanlúcar de Barrameda, al final del Guadalquivir, como si la temporada fuera un largo río que termina en el mar, que es el ascenso, o el descenso, o la permanencia. Hoy juega el Murcia en Sanlúcar, ese atardecer único en el que el sol llena de colores el cielo hasta oscurecerse, como anunciando que la liga, otra liga, una más, se apaga poco a poco.
En nuestro caso, en cambio, la desembocadura nos lleva a las aguas turbulentas del playoff, ese lugar intermedio entre el Cielo y el Infierno, y el sol no terminará de ponerse esta noche, ni la que viene, sino que lo hará en junio, no sabemos si pronto o casi al final, cuando ya empieza el verano; no sabemos si con la decepción de seguir en tercera categoría o con la alegría del ascenso.
Y el caso es que en esa incertidumbre llega el Murcia al playoff, sin saber bien dónde está, sin celebrar algo que deberíamos haber celebrado, confusos, nadando en un estuario de aguas que no tenemos claro si son dulces o saladas. ¿A qué se debe esta confusión, que tiende más a la decepción que a la alegría? Me temo que es un problema del pasado y del presente.
Del pasado más cercano, de ese que todos tenemos fresco, de esos asaltos tanto a Primera como a Segunda que en la década pasada fueron fallidos, sobre todo en Nueva Condomina (Córdoba, Hércules, Toledo, Mestalla, Elche). Es difícil levantar esa losa mental para el murcianismo, sí. Pero, por otro lado, es absurdo remontarnos a esos años. Todo ha cambiado. Entonces, nos mató la presión, la necesidad, la ruina, el jugar a vida o muerte. Hoy, en cambio, tenemos plan B. Entonces, ni siquiera sabíamos si ‘nos dejarían’ subir en caso de subir. Hoy, tenemos los papeles en regla. Todo ha cambiado.
El problema del presente quizá sea más complicado de levantar: el Murcia ha dado señales muy preocupantes como equipo durante los dos últimos meses. Señales que los resultados, vía fortuna, portero, Alberto y Flakus Bosilj, han ido tapando, pero que están ahí. Estamos a mitad de mayo y no sabemos bien quién jugará ni cómo jugaremos en el playoff, salvo que tendremos un buen portero, a Alberto y, si el Dios del fútbol quiere, a Bosilj.
Se queja Fran Fernández de la ausencia de un ambiente más positivo y de no haber recibido elogios. Pero this is Murcia, Fran. Y en Murcia lo extraño es el ambientazo que se ha vivido en las gradas, sin casi reproches; en Murcia, el elogio es que tu nombre no ha llegado a unirse a las palabras “vete ya”, máxime cuando a falta de dos jornadas el equipo es menos reconocible que en octubre o en enero.
Pero el presente tiene una virtud: se puede cambiar a partir de hoy y que el 31 de mayo ese presente sea pasado. Hay tiempo de llegar bien, de ganar estos dos partidos, de competir y volver a ser un equipo, de saber al menos quién va a jugar y a qué jugamos en el primer partido de playoff. El ambiente será positivo, tú no te preocupes, Fran. No hay pasado ni presente que arruine nuestra ilusión. Todo al grana siempre. Si algo hemos aprendido de ese pasado es que cada día de partido tiene que ser fiesta, como hoy. Juega el Murcia.
Oliva
@beantuit
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