REAL MURCIA- 1-1 MÉRIDA AD

REAL MURCIA: Manu García José Ruiz, Marc Baró, Alberto, Rofino, Sviderki (Isi Gómez, 46), Tomás Pina (Amín, 68), Larrea, Dani Vega (Carlos Rojas, 88), Carrillo (Sabit, 82) y Carrión (Pedro León, 46). Suplentes: Íker Piedra (ps), Gianni (ps), Andrés López, Álex Rubio, Marcos Mauro, Imanol y Enol Coto.

MÉRIDA AD: Juanpa, Raúl Prada (Damián, 77), Bonaque, Eliseo, Felipe, Juanjo (Mizzian, 68), Acosta, Busi (Javi Martín, 46), Beneit (Ben Hamed, 77), Sandoval y Chuma (Elejalde, 61). Suplentes: Dani Vicente (ps), Darío, Álvaro Juan, Padilla.

Árbitro: Alberola Rojas (colegio manchego). Amarillas para Bonaque, Busi, Chuma y Felipe.

Goles: 1-0 (min. 79): Carrillo, de cabeza, tras centro desde la banda de Pedro León. 1-1 (min. 87): Mizzian remata en el segundo palo, de cabeza, un saque de esquina.

Incidencias: Nueva Condomina. 17714 espectadores.

Comentario: Hubo más que un partido, mucho más, pero yo me quedo con los hijos de Juana. Vivieron lo mejor y lo peor, el delirio y el suplicio, los gritos y el llanto. Si tuviera que hacer una exposición de motivos de lo que fue el partido, nacido a partes iguales entre la ilusión y las dudas, les hubiera dicho a ambos que fueron más que los dos que realmente son. Arreglados para la ocasión con las mejores galas de color grana, paseaban nerviosos antes de asomarse a Nueva Condomina por el centro comercial, como quien va a una cita sin esconder sus sentimientos, a pecho descubierto, con un estómago lleno de mariposas y la tensión, ante la calabaza habitual, de dejarlas partir.

Porque fue el Mérida, como podía ser el Yéchar FC o el Real Madrid, daba igual el rival ante un partido que no era un partido más, era el partido, el futuro de la entidad con unos ojos tan incrédulos como ensoñados. Era el choque de los choques, insisto. Era el resultado de unas semanas donde las emociones amanecían cada jornada con las cuentas de la vieja, sumando con los dedos de a tres, como las victorias, como los sueños enlatados vendidos al peso en el mercado semanal. Y en esto, lo demás, el fútbol de siempre, los latidos con ese ritmo que se sostienen dependiendo de las áreas, del Doc Alfaro, con su camisa blanca y su gesto habitual doblado. ¿Y los de rojo grana? A lo suyo ante un rival no dependiente del infortunio de la tabla y muy asido a los informes del respetable, a gustarse en el escenario y a ajustar un buen contrato a ojos ajenos, poco en juego, en definitiva, para un Mérida al que la dignidad se le asomó muchos minutos por encima de la garganta. Es lo que tiene haber hecho los deberes como las cartas a los reyes magos; con buena letra y con expectativas reales ajustada a su economía de mercado.

Estaba claro que, con principios tan manipulados y pendientes del carrusel de los rivales a la misma hora, tenía poco el Real Murcia que decir. Podía haber gritado, atacado en manada, ocupado ambos flancos y establecido un manual de supervivencia en campo contrario. Pudo hacerlo, pero no lo hizo. Mientras, veía como los emeritenses se crecían con el paso de los minutos y ganaban comodidad en campo grana. Me imaginaba a esa grada con los hijos de Juana sin uñas, desgañitados cuando comenzaban los errores granas en el centro del campo a perder posiciones defensivas. Hubo un momento, incluso, en el que los de casa jugaban asfixiados, sin oxígeno y sin el riego emocional que suele insuflar la grada. Beneit, en la más clara del primer acto para ambos, se recreó en exceso. Demasiado cuando había tan poco que mostrar en una pasarela de sueños infinitos.

Fueron los de casa un equipo que jugaba encogido, de forma muy previsible, pensando, por momentos, más en el futuro que en el presente, una realidad que jugaba en otros campos y que les mantenía alimentados con hipótesis mentales de otros resultados donde Rodri Ríos, desde Ceuta curiosamente, les alejaba de un deseo más verbalizado que jugado; el PO. Porque, con balón, los del Doc se perdieron en excesos muchos minutos, tantos como para irse al descanso más lejos que nunca en unas necesidades cuya presión les engulló.

Se veía que el equipo necesitaba más ritmo y velocidad. Y el doctor afiló su decisión para dar espacio en la reanudación al escudo del equipo, Pedro León, y a Isi Gómez, el que pone el Rock´n´roll en el tapete. Ambos realizaron un ejercicio de exorcismo en el césped desde su aparición tratando de sacar los demonios de dentro a un equipo que ganó intensidad, que rasgó espacios al rival a bocados y que empezó a creer en su capacidad para ser otro, aunque duró poco el efecto desde el banquillo.

La metamorfosis que se preveía terminó por caer en el sopor. Adormecido y sin revoluciones, las exigencias del guion llevaban a los locales a deambular ante un rival que no perdía el sitio y se acodaba, cada vez con más insistencia, en campo contrario. En el ecuador, vieron los locales caminos alternativos en su mapamundi mentalmente dibujado. Estiraron el campo por los costados y dieron un paso al frente con la valentía que se les exigía. Alberto, de cabeza, y Carrillo, desde muy cerca, incrementaron las pulsaciones en una grada que protestó una posible mano de Felipe, dentro del área, de forma inmediata. Se anticipaba el gol, se le veía al final de un camino que habían encontrado. Habían estado en la cueva los del Doc muchos minutos hasta que ese paso en firme les acercó al premio. Carrillo, de cabeza, a once del final, remataba una asistencia de Pedro León.

Pero no estaba todo escrito. No ha abandonado el equipo grana la posibilidad de crecer en la desgracia, de sentir la miseria que les suele acompañar en su habitual tragedia. Mizzian, cuando nadie le esperaba, edificó un punto en el error local en la marca. Quedaban minutos para firmar un suicidio que dice adiós a una campaña sin adjetivos para festejos. No fue posible mendigar más tiempo para elucubraciones. Tal vez, el próximo año los hijos de Juana volverán a la carga, a dejarse las palmas y la voz, el sustento emocional de un equipo que acabó roto y ajustándose la cuerda al cuello para caer cuando ya no quedaba suelo. De los cambios finales del Doc, mejor no hablar.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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