Hoy juega el Murcia. Hoy volvemos a jugar, después de unas vacaciones que se han hecho cortas para todos y para todo, menos para ese murcianismo que suspira por el Murcia. Jugamos en Antequera, en el campo de un líder, que, después del partido de hoy, se escapará un poco más, mantendrá la distancia o será cazado.

Es un escenario clarísimo para el titular dramático, aunque quede la mitad de la temporada. “Partido a vida o muerte”, “Una final”, “Cita clave”, “Duelo decisivo”. Es muy difícil esquivar ese torrente de inmediatez y sensacionalismo en el gran mercado del mundo actual. Lo soso no vende, ni lo corriente. La prudencia está mal vista. Pero el fútbol no funciona así, por mucho que nos quieran obligar a vivirlo con esa ansiedad.

El Manchester City lideraba la liga inglesa a principios de noviembre, con su habitual paso firme, sin conocer la derrota, y el caso es que por entonces no recuerdo a nadie anunciar su caída. Por esas mismas fechas, en España, el gran Barça estaba de vuelta con Hansi Flick al frente. Casi todo eran victorias, goles y hasta buen juego, con el Madrid que había tirado la Liga y no digamos el Atléti, a diez puntos. ¿Alguien vio venir que todo se vendría abajo en apenas mes y medio? Y bajando a Segunda, incluso ya mediado noviembre, más de lo mismo. El Racing de Santander era líder destacado, lo ganaba todo con un dominio inusual y en alguna radio ya sólo se buscaba al equipo que lo acompañaría a Primera. Yo entonces, por mucho que lo intente, no recuerdo a nadie avisarnos de que llegaría a Navidad fuera de los dos primeros.

Que el fútbol es imprevisible es evidente, pero donde quiero ir es un poco más allá: el fútbol es absoluta y jodidamente imprevisible; e incluso algo más allá: en fútbol nadie tiene ni puta idea de lo que sucederá y sólo se puede hablar a toro pasado. Y luego hay otra evidencia, que se tiende a olvidar: las temporadas son siempre más largas de lo que parecen. El Murcia puede ganar hoy en Antequera y desmoronarse por completo al llegar marzo; el Murcia puede perder hoy en Antequera y subir con cierta holgura a principios de mayo.

El fútbol no funciona así como quieren que funcione, con una lógica y una razón. No es una empresa, ni una Concejalía de Festejos. Ni siquiera es baloncesto o tenis. El fútbol, la liga, se parecen mucho más a la vida y por eso es capaz de lo mejor y de lo peor; de hacernos tan felices y tan desgraciados.

Ese despertador que suena para salir hacia Antequera, el cosquilleo de que tu equipo vuelve a jugar, el zagal que estrena la camiseta del Murcia que le han traído los Reyes, la alegría de ver las camisas granas saltando al terreno de juego. Frente al titular dramático y a la inmediatez del mercado, yo me quedo con las alegrías cotidianas y el trabajo diario. Sin prisa. Disfrutando el corto plazo pero con la mirada puesta a largo plazo. Es un partido más, pero eso no le quita ni un punto de grandeza, al contrario. Eso es lo que lo hace grande.

Juega el Murcia.

 

Oliva

@beandtuit

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