ANTEQUERA -0-2- REAL MURCIA
ANTEQUERA: Gallego, Pavón, Foneyem (Humanes, 75), Lautaro, Jeremy, Pol Prats (Txus Alba, 67), Chema Núñez (Spusa, 75), Nacho País (Ale García), Luismi Redondo, Destiny (Akito, 67) y Luismi Gutiérrez. Suplentes: Iván Moreno (ps), Albert (ps), DAVID
REAL MURCIA: Manu García, José Ruiz, Marc Baró, Alberto (Andrés López, 88), Rofino, Larrea, Svidersky, Tomás Pina (Carrión 64), Dani Vega (Sabit, 64),Loren Burón (Carrillo, 88) y Amin (Álex Rubio, 79). Suplentes: Íker Piedra (ps), Gianni (ps), Enol Coto y Totti.
Árbitro: Ruipérez Marín (colegio manchego). Amarilla para los locales Pavón, Lautaro, Jeremy, Nacho País, Luismi Redondo además de los visitantes Loren Burón y Alberto.
Goles: 0-1 (min. 8): Marc Baró, de penalti; 0-2 (min. 69): Jeremy, en propia meta.
Incidencias: El Mauli. Presencia de aficionados murcianos en las gradas del municipal de Antequera.
Comentario: Seamos serios. Creo que ya no somos tan desgraciados. Lo éramos, lo hemos sido, hemos saboreado muchos años -quizás demasiados- esa aura que había colocado al Real Murcia como un equipo desdichado, desventurado de la bonanza que a otros les hacía crecer a saltos y a nosotros encogernos ante el destino, generalmente, asido al infortunio. Viajar a Antequera ha supuesto que, además de sumar una victoria, los granas hayan conseguido agarrarse a la escoba que le golpeaba durante años en el tren de la bruja y hacerse con su control, un ejercicio de autoridad que, sin hacer nada de otro mundo, vuelve a insuflar esperanza a pajera abierta a un equipo que sueña contando puntos que recortar al playoff.
De esta guisa, con mimbres tan aferrados a la suerte, comenzó el equipo de Alfaro a jugar henchido en Antequera. Por momentos, no les cabía la camiseta en el pecho, el alma en los pies y el talento, bueno, ese talento lo amortizó el rival permitiendo a los granas jugar con el marcador a favor desde que Marc Baró firmaba, de penalti, la ventaja que les hacía acicalarse a un partido en el que ya no iban a sufrir. Como en la escuela, parece que el mallorquín lanza las penas máximas sin pensar en el rival ni en el talento de sus botas. Lanza pensando en marcar, ajustando potencia y fuerza y que Dios atine con el destino a la red. Ni estrategia, ni arquitectura con el balón, gol y 0-1. El rival, a remar a la contra, porque jugar con desventaja con el equipo de Alfaro es construir un edificio sin cimientos. Se le puede acusar al Doc de muchas cosas, pero nunca de desconocer los fundamentos básicos de defenderse con ventaja, de colgarse del área, de sobrevivir a la desesperación del rival.
No es un equipo el grana al que le fuerce la soga en el pescuezo sin balón; se coloca bien, intenta ser vertical pero no rifa. En otras palabras, conservador en un ideal futbolístico donde no perder el botín le evita ir a batallas de piratas. Y, ayer, tras muchas vicisitudes apareció Svidersky. Es el esloveno un jugador de talento, al rebufo del lesionado Isi Gómez -¡qué sería de ambos sobre el césped!-. Necesitó poco para aliarse con Tomás Pina y comandar el signo de un duelo que, en el centro del campo, necesitó pocas cornetas y banderas para ensalzar una revolución grana. Y en estas batallas, los murcianos necesitan poco para replegarse, unir líneas, desquiciar al rival tratando de no jugar a nada y sonreír, como un chiste cuya gracia el rival no pilla, aunque realmente, no estaba el horno para hornear dulces en un conjunto con tanto desatino en su juego como paladar para ser el que acostumbra. Y es que al equipo grana no le importó quién estaba enfrente. Podrían haber jugado igual ante cualquiera, ejem, eso de jugado, sobra, mejor competido. Mientras, en esa competición que daba vueltas al reloj, veíamos al Real Murcia no sufrir, curioso pero real. Sin aspavientos, nunca sintieron el nudo de la corbata apretar sus cuellos, nunca la intensidad local fue obstáculo para encogerse, nunca dejaron de soñar contando los minutos al crono como quien cuenta ovejitas en su sueño. Así, con tan poco -pero con un premio tan enorme de los puntos- llegaron al descanso como quien se ceba de marineras y reclutas sin las prisas de las horas.
Los acontecimientos no quisieron alterar las impresiones de Alfaro en el descanso. Cargados de insignias como puntos en la tabla, los granas siguieron a lo suyo, con orejeras para evitar perder la linde, con las ideas tan claras para sostenerse sin evidenciar roturas en el guion. Minutos más, minutos menos, el sosiego se apoderó del partido de los murcianos que, por momentos, parecían sestear con poco más que orden y tranquilidad con la pelota. Sin la desidia que les ha hecho abandonar en algunos momentos de la temporada, parecía que los granas necesitaban poco para subsistir de pie, sin necesidad de hincar la rodilla, de luchar a pie de césped con las garras afiladas. Y no fue oficio, fue seguridad ante un rival al que le pesó la presión, al que el talento se le escabulló entre los nervios y el sofoco de un rival que no dejaba esquinas sin defender, dobleces para morir. Y, además, llegó el gol de Jeremy, en portería cambiada, que aupó a los del Doc más cerca de una victoria que ya no se les escapó.
Seamos serios, así comenzaba esta crónica. Pues fueron serios para terminar un cuento en el que érase una vez un partido tan placentero que acabó como empezó; ganando sin exponer virtudes, pero ganando. A jugar, cuesta, pero a competir, que pasen los siguientes. Pura Doctrina Alfaro.
Ángel García
@__AngelGarcia__
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