REAL MADRID CASTILLA -0-0-REAL MURCIA
REAL MADRID CASTILLA: Fran González, David Jiménez, Mario Rivas, Jacobo, Pujol, Yusi Enríquez, Chema Andrés (Antonio David, 72), Pol Fortuny (Lorenzo, 80), Manuel Ángel, Loren (Borja Alonso, 72) y Gonzalo. Suplentes: Diego Piñeiro (ps), Quique Ribes, David Ruiz, Carvajal, Andrés Campos y Yáñez.
REAL MURCIA: Gazzaniga, David Vicente, Alberto González, Saveljich, Cadete, Boateng (Moha, 57), Palmberg, Pedro Benito (Cadorini, 82), JC Real (Pedro León, 82), Loren Burón (Davo, 67) y Raúl Alcaina (Kenneth, 67). Suplentes: Íker Piedra (ps), Jorge Mier, Antxón Jaso, Ian Forns, Carlos Rojas y Toral.
Árbitro: López Jiménez (colegio catalán). Expulsó con roja directa a Saveljich, en el 87. Amarillas para los locales Yusi Enríquez y Chema Andrés.
Incidencias: Ciudad Deportiva del Real Madrid en Valdebebas. Desplazamiento de casi dos centenares de aficionados granas entre los 1500 asistentes al encuentro.
Comentario: Cuando la vergüenza aparece por el césped el amor propio se esconde. Cuando esa vergüenza se asocia a un lugar en la memoria que aún rasca en el orgullo grana… todo es miedo. Volver al lugar del crimen, a una escena que produjo la mayor afrenta a los murcianos el curso pasado con aquel 5-1, siempre se vincula a la repetición de los recuerdos o a la soberbia de rehabilitar el escudo al lugar donde nunca debió ser ultrajado. La manita encajada en el deficiente dictado caligráfico de Pablo Alfaro a finales de febrero del pasado calendario debía ser vengada, una afrenta así es tan complicada de olvidar como de curar con tantos apósitos en el mercado de verano.
Lástima que todo fuese anoche una intención, un deseo, las dudas de querer y las cuerdas que ataban las voluntades de un equipo grana que no dio más de sí, al que le falta talento creativo y presencia ofensiva, al que le sobran interrogantes y que nunca tiene respuestas mirando a la profundidad de un banco en la que la variedad no sostiene el fin desde el principio.
Fue un viernes lluvioso, algo habitual para un equipo cuyo ecosistema parece discurrir precipitado entre precipitaciones, para un bloque que ha ganado fortaleza atrás, de hormigón cerca de Gazzaniga, pero que se diluye la masa en cuanto pasan del centro del campo con el mando de la sala de máquinas pasando de mano en mano pero sin dueño. La baja de Isi Gómez, las dudas físicas de Yriarte, la lesión de Moha -ayer volvió tras casi tres meses-… demasiado lastre para Fran Fernández, que no termina de encontrar el coronel al que darle peso en las decisiones. De arriba ya ni hablamos cuando no se crea peligro, cuando los estiletes dependen de la improvisación de los asistentes, cuando no basta guerrear en trincheras cuando eres el Real Murcia, no un equipo que pelea por la permanencia.

No olvidemos que enfrente estaba el filial del Real Madrid, y eso, pese a la juventud, son palabras mayores. Pero sin dejar en la recámara de la memoria que su línea de tres zagueros no llegaba a tener una media de 20 años, con tres jugadores sin alcanzar los 20 en el once y con Loren Zúñiga, como más veterano, con 22 años. Palmberg, nuestro jugador más joven, era coetáneo del jugador más viejo merengue. Y, con esto, empatamos. Pues eso. Vale que la calidad, que la cantera del Real Madrid, que la lluvia -para los dos equipos-, que la racha de cada uno, vale. Empatamos. Un punto, empatamos. Empatamos, empatamos. Podría repetirlo hasta quedarme sin teclado, un punto que nos hace rezar para que Ibiza, Ceuta o Antequera no sumen los suyos a mordiscos, un punto que nos hace cruzar los dedos, las piernas, los brazos y las ideas para que los que vengan por detrás no salten en la tabla sumando de tres, lo que debimos hacer nosotros. Porque, recordad, empatamos. Porque ya no vale nada. Me cuesta defender lo indefendible, no soy abogado de nadie ni me ciño a colores ni a escudos cuando busco justificaciones, pero, un equipo como el grana no puede errar las ocasiones que tuvo para saludar al rival sin reverencia. Y ahí no entra el banquillo, no entran los despachos, solo entra quien cumple su rol en el césped. Maniobrar cerca del meta rival sin vacunarle cuando no se celebra el día de la infancia debería exigir mil sentadillas tras el choque, mil copias con buena letra en el cuaderno de trabajo, mil fustigazos emocionales para no volver a hacerlo. Y no me vengan con un remate al poste ¿fue gol o no? Venga, empatamos.
Y así fue el partido, no hubo más para argumentar un punto al que no se le debe sacar sabor, que debe enunciar propósitos de enmienda, que tiene la obligación y la necesidad de ser una piedra en el camino para saltar y amarrar los tres ante el Recreativo. No vale más cuando el filial del Atlético nos muerde la estela y no se conforma con ir haciendo la goma. Recordad, otra vez, que veíamos a comer caviar este curso y parece que solo nos dejan las sobras.
Ángel García
@__AngelGarcia__
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