IBIZA-1-2-REAL MURCIA

IBIZA UD: Belman, David Astals (Unai Medina, 46), Guillem Molina, Escassi (Mo Dauda, 46), Javi Jiménez (Monjonell, 46), March Doménech, Jesús Álvarez (Olabe, 24), Álex Gallar, Valderrama, Naranjo (Pau Ferrer, 46) y Quique González. Suplentes: Chekotun (ps), Iago Indias, Matos y Lass.

REAL MURCIA: Gazzaniga, David Vicente, Alberto, Saveljich, Jorge Mier, Moha (Boateng, 69),  Yriarte, Loren Burón (Raúl Alcaina, 88), JC Real (Carrillo, 60), Toral (Pedro León, 60) y Pedro Benito (Carlos Rojas, 60). Suplentes:  Suplentes: Íker Piedra (ps), Larrea, Kenneth, Cadete, Palmberg y Andrés López.

Árbitro: Gordillo Escamilla (colegio valenciano). Amarillas para Naranjo y Mo Dauda, por los locales, y los granas Saveljich, Moha y Boateng.

Goles: 0-1 (min. 15): Loren Burón; 1-1 (min. 56): Pau Ferrer; 1-2 (min. 90+2): Carrillo.

Incidencias: Can Misses de Ibiza. Media entrada con un centenar de desplazados murcianos en las gradas.

Comentario: Venga, vale. Para vosotros la perra gorda y para el Real Murcia los puntos, lo que realmente sirve, lo que cuenta, lo que quedará en la noche resacosa de una afición grana que necesitaba una victoria como esta para sacar brillo a la solapa, para peinarse la raya al medio y festejar. Porque sumar tres puntos en Ibiza, ante los celestes, el equipo con el que, en teoría, partían como favoritos para el ascenso, son palabras mayores, casi gritos. Porque, insisto, si había un lugar donde gritar, donde quedarse sin voz, donde desgañitarse sin miedo a dar la nota, ese era Ibiza. Y lo hicieron. Y no solo con una majestuosa performance, lo lograron con señas de identidad de equipo grande, pero sin dejar de saberse que es con el Real Murcia, es decir, sabiendo que la suerte no suele ser aliada grana, sabiendo que la luz en los túneles que cruzan se suele apagar, sabiendo, en definitiva, que ser el del Murcia y sentirlo exige un ejercicio de amor propio que solo los muy fieles asumen. El resto suelen acoplarse a batallas cuando se llevan las mejores armas, cuando el rival se encoge, cuando el club regala entradas. Solo los acólitos hoy festejan; porque deben y porque se lo merecen.

Anda mira, dirán algunos. Ser ventajista en victorias como esta suele hacer que las ratas salgan de la madriguera, que otras saquen brillo a la bufanda, que canten a Second para hacerse los first. Pero no, dejémonos de caretas y fachadas y hablemos de lo importante; de ganar, de los cambios desde el banco, de la lección de esfuerzo y solidaridad compartida sobre el césped, de la vida grana, en definitiva, que ya es necesaria en la gloria y en el fracaso.

Podría hablar del partido; decir que fue un partido poético, con loas a la brillantez, al trabajo bien currado, al tesón y a la tozudez. Podría, claro que sí, y lo hago porque es cierto. Lo del Real Murcia en Can Misses fue una oda a la presión bien ejecutada, a una actitud conjunta y unánime que hizo brotar una victoria tan merecida como justa de la que se pueden sacar conclusiones. Las mías se aferran a varios principios que deberían regir en reinos donde el Murcia siempre, repito, siempre, debe ganar.  Para ello basta decir que JC Real no debería ser partícipe de protagonismo en ninguna pelota parada, pese a su confianza, que es la nuestra, y pese a su talento, que es el suyo. El monarcagrana no necesita sentirse más protagonista que cuando está en movimiento, cuando pensar es condición innata a posesión del balón en circulación, con metros, donde hay o suele haber defensas dinámicas. Ahí, sí que reina, y mucho. Su error en la pena máxima -un penalti no lo para el portero, lo yerra quien lo lanza- fue indicativo de ello. Mi segundo razonamiento me lleva de la mano a Moha. Su primera parte a nivel defensivo fue sublime. Su descanso con el cambio, necesario. Este equipo es Moha y diez más, y de ahí no me bajo, aunque me equivoco en la expresión; no es, como presente, tiene que ser, como obligación. Yo, por si acaso, en mis plegarias matutinas tengo espacio para pedir a quien me escuche que ningún Segunda llegue en invierno a pagar su cláusula. Y uno mis palmas, en señal de oración.

Cierro conclusiones con Fran Fernández, el míster. Discutido por algunos, bendecido por los suyos -no soy suyo, pero también entro en ese grupo- y mantenido por el club. Lo de Fran en Ibiza fue una interpretación de los cambios con una docencia precisa, sin lecciones magistrales. No fue necesario más que moldear el dibujo a la necesidad. Como un artesano, hizo el de Almería tácticamente lo que otros sueñan despiertos. Sus cambios ofrecieron la dosis de necesidad a una situación que necesitaba adrenalina. Fíjense que, en algunos casos, fue sobredosis. Pregúntele a Carrillo, necesitado de soltarse las pesadillas, cómo se siente ahora. Díganle a Alcaina cómo en tres minutos volvió a sentirse parte de la causa, díganselo a ambos, por ejemplo.

Bueno, que os dejo, que es sábado, Id poniéndoos las camisas blancas, atusaros con vuestras mejores galas y festejad, que es sábado, sabadete y… partís, de momento, con tres puntos. Sumad más, venga. Sé que podéis. 

Ángel García

@__AngelGarcia__

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