SEVILLA B-1-2-REAL MURCIA

SEVILLA B: Alberto Flores, Benavides, Ramón, Hormigos, Oso, Rivera (Nico, 89), Manu Bueno, Ibra Sow (Íker Villar, 89), Collado (Miguel, 55), Isra Domínguez (Castrín, 74) y Mateo Mejía (Alexandro, 74). Suplentes: Matías Árbol (ps), Sergio Martínez, Íker Muñoz, Razvan, Cortez, Pochito, Íker Villar y Bakary.

REAL MURCIA: Gazzaniga, David Vicente, Alberto González, Antxón Jaso, Cadete, Larrea (Saveljich, 89), Yriarte, Rojas (JC Real, 46), Pedro León (Pedro Benito, 66), Loren (Héctor, 89) y Carrillo (Toral, 80). Suplentes: Íker Piedra (ps), Andrés López y Tirado.

Árbitro: Miranda Bolaño (colegio extremeño). Expulsó con roja directa al local Hormigos, en el 68, y al grana Alberto González, por doble amarilla, en el 94. Amarillas para Benavides (18´) y Carlos Rojas (22´).

Goles: 1-0 (min. 3): Mateo Mejía. 1-1 (min. 18): Pedro León, de penalti. 1-2 (min. 29): Pedro León.

Incidencias: Ciudad Deportiva del Sevilla. Desplazamiento de un centenar de aficionados granas.

Comentario: Ganar, la única exigencia grana. Ganar, da igual cómo. Ganar, y mirar adelante. Poco más se le puede permitir a los de Fran Fernández. Al final, los tres puntos, la victoria, debutar limando puntos a la tabla y sumar. La vida que debería ser rutinaria, los guiones previsibles para un club que, en esta categoría, es más que un club. Por eso, vencer un domingo playero de agosto arreglado para la ocasión con los mejores remiendos -aún faltan piezas claves por descifrar la plantilla- se saborea con un paladar que ansiaba la vuelta del Real Murcia y que apenas degustaba rumores, fichajes y salidas para los adictos a la causa.

Es la liga la dosis necesaria… y adecuada. Y eso que, en la ética de los granas, lo correcto es hacer sufrir a la parroquia en la creencia que fundamenta su doctrina; resignación. De ahí que, comenzar acariciando la derrota, paladeando el gol en contra, parece que se acerca de forma habitual a los que es el sentimiento de los murcianos. Mateo Mejía anticipaba un suplicio para algunos y una bofetada para todos. Pero el sopapo local despejó interrogantes en los de Fran Fernández. No hubo preguntas a ello en el ambiente, en la grada, pero sí en el amor propio de un plantel que se alió con su talento para creerse más y emerger en la derrota. Entonces, aglutinando dignidad y pundonor, pareció despertar el Murcia al partido. Se habían sacudido la caraja y exigieron su cuota de balón, mayor a todas luces en la balanza de calidad entre ambos. Pedro León, en su enésimo ejercicio de corazón para los suyos, empató de penalti un cuarto de hora después. No fue fácil. Los filiales tenían una soberbia capacidad de atusar el balón, de no conformarse con tutear a unos granas que, con las tablas, se aferraron a la paciencia de iniciar un nuevo oráculo a un partido que, por sensaciones, era más importante que un simple partido más, con Pedro León, naturalmente.

Es el de Mula, todavía, el alfa y omega de esta plantilla. Su edad sigue asida al balón como quien rinde culto a su profesión. Necesita poco; elevar la vista como quien usa un periscopio para auscultar espacios, recibir en los mismos y afilar el cuchillo en la ceja del rival. Pedro León, un emperador que desangró con un segundo gol de ensueño a un filial sin vacunar ante tipos como él. Estas lecciones suelen ser enseñanzas de vida, y ayer los hispalenses se fueron con las dudas de saberse útiles en empresas como la sufrida.

La entrada de Juan Carlos Real, al descanso, pareció ser más un experimento en el dibujo de Fran Fernández. Quienes no disimulan las dudas de su participación en la arquitectura ofensiva grana -me incluyo aún entre los ateos ante la conjunción en los onces del emperador de Mula y Real- pudimos quedarnos a medias en la escuela ofensiva del míster andaluz. Contribuyó a ello el cambio local tras la expulsión y asistir a una disminución de las prestaciones del Murcia jugando, paradójicamente, en superioridad. Lo hizo peor que en igualdad de condiciones. Y, aquí, hay que explicar la jugada de esa expulsión.

Pedro Benito acababa de entrar para revolucionar a un equipo que necesitaba más sustancia en ataque. En su primera acción, mordió al rival en la presión hasta lograr que el Sevilla B se quedara con diez. Además, con la roja llegó una falta que el propio influencer se encargó de lanzar. Su disparo se estrelló en el brazo/codo de Ibra Sow cuando estaba la barrera acodada en su propia área. Penalti. Carrillo, necesitado de autoestima, pidió, como en la escuela, lanzarlo. Erró. Poco más que añadir cuando el gol hubiera sido adrenalina para su futuro.

Del 1-3 posible, a sufrir. Pero en el sufrimiento, el Murcia está curtido. Contaban los minutos como quien mira al cielo implorando un milagro. Fran Fernández vio demasiada angustia en el césped y acabó con seis defensores sobre el césped ante un rival con diez… hasta que Alberto, con doble amarilla, decía adiós al césped en el descuento e igualaba numéricamente un duelo que no daba -ni tenía alimento- para más.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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