Hoy es domingo. Y juega el Murcia. Jugamos en Huelva, escenario bonito al que siempre es un placer regresar, sobre todo cuando tanto Recreativo como Murcia han pasado momentos en los que creían que no volverían a jugar. Ni entre ellos ni contra nadie. Pero ambos salimos del enredo, más-menos, y hoy jugamos en el Nuevo Colombino. Un escenario, además de bonito, al que el Murcia saltará a jugar más tranquilo y fresco. Como sucede en cualquier estadio que no sea Nueva Condomina. Como fuera de casa, en ningún sitio.

“Los primeros pases eran un poco… con miedo. El error… el murmullo que hay arriba. Es difícil jugar aquí. Es muy difícil. Lo están pasando mal a pesar de que estamos bien”. Lo decía el míster, Fran Fernández, después de algo más de tres meses por Murcia y siete partidos aquí, cuatro de ellos en casa. Lo decía con una valentía inusual para alguien tan joven en un puesto tan peligroso, con lo fácil que es el populista la afición es soberana. Fácil y falso.

“El murmullo que hay arriba”. En el Día Mundial de la Salud Mental de este año, celebrado el pasado jueves, se ha incidido en la importancia de un clima laboral positivo, en la estrechísima relación que tiene el trabajo con los problemas de salud mental. Estamos en 2024, en un mundo que aborda de lleno acabar con esa toxicidad laboral y con muchas más lacras del siglo pasado. Pero el mundo del fútbol, el mundo del fútbol español, el mundo del fútbol del sureste de España, parece resistirse a abandonar 1950. E insiste en el murmullo. El incomprensible murmullo.

“Lo están pasando mal a pesar de que estamos bien”. La frase de Fernández es terrible, pero hay quien piensa que no debió decirla. Cosas que ocurren, pero mejor no decirlas, no vaya a ser que una verdad como un templo vaya a ofendernos como colectivo. Fernández en ningún momento critica a la afición, sólo a la que murmulla. A la que daña al equipo. No es que estemos mal y lo estén pasando mal, ojo. Estamos bien y lo están pasando mal. Es tan inexplicable. Es el Murcia. Es Murcia.

También hay quien intenta confundir el murmullo con la necesidad de ganar, con la exigencia, cuando son dos debates completamente diferentes. Hay gente a la que han educado así: pita, que sólo así aprenderán. Apalea, que así reaccionarán. Como los esclavos del siglo XVII. O como el mundo en 1950. Enfrente, hay otros que no lo ven así. Quizá son más, pero el silencio es difícil de medir. Que exigen lo máximo, pero disfrutando del fútbol y de la vida. Cada uno a su manera. La mía no hace falta ni decirla: lo dice ahí arriba, en el título de esta sección. ¿Es posible un murmullo, un pitido, una queja, en mitad de una fiesta? Pues eso. Que hoy juega el Murcia.

Oliva

@beandtuit

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