Hoy es fiesta. Hoy juega el Murcia contra el Ibiza, por fin un domingo, por fin una tarde de domingo que se espera espléndida, mediado octubre, con la luz de ese sol que ya empieza a bajar mucho antes, la iluminación artificial al descanso, la temperatura perfecta, los días de otoño en los que Murcia parece sacar pecho por haber venido a caer justo en este rincón del mundo.
“Mientras dura la mala racha pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras”, escribe Eduardo Galeano en ‘El libro de los abrazos’. Y así está el Murcia ahora mismo, inmerso en esa sensación de ir perdiendo todo, partidos, puntos, confianza, ilusiones, todo, poco a poco, mientras dura la mala racha. “Y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción”, remata el escritor uruguayo.
Así está el murcianismo, aterrorizado por perder el tren de la temporada bien pronto. Por perder la vida en otra distracción. Después de perder más puntos y otro partido, empieza a perder la cabeza, hasta el punto de que una derrota tan lógica como la de Tarazona en el campo más difícil de la categoría –hace casi un año que un equipo no filial no marca un puto gol allí, ojo, ni uno— haya sido interpretada como un cataclismo.
Pero entre las expectativas altas y los resultados malos, los balones al palo y que la primera del contrario siempre entra, la plantilla corta y la plaga de lesiones, el Murcia actual es un cóctel perfecto para explotar a falta de 30 jornadas. Para dispararnos a las primeras de cambio. Los antecedentes en nuestra historia son peligrosos: aquí las malas rachas son sinónimo de mal camino, de destrucción a las primeras de cambio. De muerte irremediable. Aquí el médico no diagnostica mala racha, sino que llama al cura para dar la extremaunción.
Pero durante la semana, sin embargo, el murcianismo ha ido pasando de la desilusión a la esperanza y esta tarde da sensación de que estará junto al equipo, confiando en que estamos a tiempo de todo. Ojalá sumemos para cortar la mala racha. De nada vale tener 18.000 abonados si no sumamos. De nada vale tener 18.000 abonados si no somos una sola alma que apoya incondicionalmente.
Quizá esta mala racha, cortada a tiempo, pueda convertirse en oportunidad, en el origen de una larga trayectoria, de ese soñado proyecto a largo plazo que nadie sea capaz de desestabilizar por un puñado de derrotas.
Quizá esta mala racha pueda servir, por fin, para aprender la lección de que nunca hay que tirar la toalla, y menos al principio del camino. Y de que a veces no es falta de calidad, ni de actitud; y no necesariamente todo se ha hecho mal y es un desastre sin solución y hay que quemar la Torre de la Catedral y fusilar hasta al utilero. No, qué va, a veces es algo bastante más sencillo: a veces se pierde. Y a veces la mala racha dura, dice Galeano. Como pasa en la vida, en el fútbol y en el Murcia. Nuestro Murcia, que hoy juega.
Oliva
@beandtuit
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