REAL MURCIA -1-1- INTERCITY

REAL MURCIA: Gazzaniga, Jorge Mier, Alberto, Saveljich, Cadete, Moha (Toral, 61),riarte (Boateng, 73), Loren Burón (Pedro León, 61), Carlos Rojas (Larrea, 78), JC Real y Raúl Alcaína (Pedro Benito, 73) Suplentes: Íker Piedra (ps), Jaso, David Vicente, Palmberg, Cadorini, Carrillo y Kenneth.

CF INTERCITY: Samu Casado, Borja San Emeterio, Andreu Hernández, Mendibe, Borja Martínez, Pol Llonch, Ñito González, Sergio Montero (Sito, 74), Pol Roige (Burlamaqui, 87), Zequi (Elady, 74) y Locadia (Álvaro Pérez, 87). Suplentes: Pol Freixenet (ps), Zhernovenko, Marc Martínez, José Martínez, Nsue, Jeriel y Keyner.

Árbitro: Rodríguez Recio (colegio madrileño). Amarillas para los locales Alberto González y Larrea además de los visitantes Ñito, San Emeterio, Sergio Montero y Álvaro Pérez.

Goles: 0-1 (min. 14): Sergio Montero; 1-1 (min. 45+2): Raúl Alcaína, de penalti,

Incidencias: Nueva Condomina. 12124 en las gradas.

Comentario: Hay veces en las que las excusas van amarradas por chinchetas, para ser recordadas en paneles que viven de forma habitual con nosotros. Fijan la memoria, casi de forma inmediata, para no olvidar el origen y el destino, generalmente marcado por expectativas que, cercanas a realidades paralelas, nunca dejan claro a quién responden. Las excusas, en estos casos, son válidas dependiendo del prisma de los que las interpretan. Y ahí esta el problema, darle forma a pretextos que suenan demasiado a coartadas cuando la grada ni es capaz por sí misma de tener claro lo que quieren. Porque ni se asciende en diciembre ni se sueña en agosto, todo es cuestión, como en las cartas de amor, de un destino correspondido donde no sólo importas tú.

Dejémonos, por lo tanto, de pretextos y vayamos por partes para encontrar la puerta al final del pasillo que nos abra un mundo que no vimos en Nueva Condomina. Sabemos que este mundo, en esta categoría, vive asido a los misterios sobre el césped, y estos llevan semanas agarrando de la mano a los granas y llevándoles a pasear por la orilla del rival, sin morder, pero dejando heridas fáciles de curar. Yo, si tuviera que decidir, no dudaría. Tiene una pinta estupenda el equipo sobre el campo, el armario del banquillo, la propuesta de quienes proponen, el dibujo de los que sueñan con el ascenso. Ahora, ¿por qué las dudas? A tres puntos del liderato, jugando cada vez mejor, despejando incógnitas que antes ni se sabían formular. Por eso, sobran los que se fustigan con interpretaciones que dañan, con agoreros de barra de bar, con miserables que dudan de una fe que tampoco les sostiene.

Venga ¿y el partido? Pues bien. Pero enfrente, el Intercity es un rival que vive engañando. Engaña su posición en la tabla, engaña su racanería con balón, engaña una plantilla lastrada de lesiones, engaña su perspectiva visual desde el fondo de la tabla cuando sus jugadores no están acostumbrados a mirar por detrás a sus rivales. Hay veces, como en el inicio de esta crónica, en las que sus excusas son conocidas por un modelo tan definido como jugar con una defensa con taras, con problemas de ansiedad en campo contrario, con un apetito atroz por marcar cuando apenas suman dos pases. Es una falacia su posición en la tabla, lo es tanto que veremos a ese equipo competir de otra forma cuando Álvaro Pérez y Nacho comanden un plantel que necesita fortaleza y autoestima a bocados. La grada se pensaba un colista con grilletes atados a sus tobillos, sin pausa, dolido por sufrir. Pero el que sufrió fue el equipo de Fran Fernández al no hallar huecos, al jugar impreciso, solapándose funciones sus piezas claves, en definitiva, mermado de ideas por momentos. El gol de Montero les cambió la velocidad. Se imaginaron empatando de inmediato, justificando su papel en la tabla en la disculpa de quien todo se supera. Hubo, entonces, actitud, pero no metodología para sentirse y ser superiores, pese a la mayor posesión.

Menos mal que, en su titularidad, Raúl Alcaina dio un paso adelante. Parece el atacante tener la llave de la puerta final del pasillo, de limpiar el polvo, de acercar el balón al pegamento del área rival. Empató en el descuento, de penalti, y, antes, tuvo un remate en plancha de los que ya solo la estética del acto valía medio gol. Con tablas, se repartieron miserias ambos para volver con un argumento similar tras el descanso.

Poco que contar hay desde entonces. Duele imaginarse algo distinto cuando todo circuló por la zona transitada del camino, donde hay lío, donde el barullo y el dislate se convierten en los reyes del embrollo. Quizás el envoltorio, con dos extremos para fijar la zaga rival y animar a la grada, pudo poner más cariño en las palmas de un respetable que sí respetó y agradeció detalles de esos que aprecia hasta el que no cree. Insisto en que hubo luces. Por ejemplo, la actitud de Rojas, la profundidad de Alcaina, el peso del banquillo. El resto es nuestro, y del mercado de invierno. Los regalos para algunos son tres puntos de distancia al liderato, nada más para pensar que enero llega con una cuesta inclinada en el costado del rival, no en el nuestro.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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