Hoy juega el Murcia. Nos visita el Alcorcón, uno de esos equipos que hasta el nuevo siglo no había salido de Tercera. Un equipo sin mucho nombre, y por ello motivo clásico de chanza. Es algo que he escuchado desde siempre en la grada, ese desprecio clasista, desde al Palamós hasta el Roquetas, pasando por todo aquello que sonara raro. No tiene que ver con las redes sociales ni con ese odio tan de moda. Es un desprecio más inherente. El desprecio clasista de una grada que, encima, no ha ganado nada.

Asocio el Alcorcón al sinnombrismo por un lance casual de hace una década aproximadamente: un comentario despectivo de un hincha del Zaragoza al poco de bajar a Segunda, por twitter, en el que se mofaba del Alcorcón, de su afición, de todo, sin duda pensando que lo de enfrentarse a esos equipos menores sería algo transitorio hasta que subieran a Primera. Me hizo gracia aquel desprecio prepotente al equipo pequeño, entonces entrenado por Bordalás. Como suele ocurrir en estos casos, para ese desprecio termina operando una justicia poética inquebrantable: el Alcorcón ha ganado en sus últimas seis visitas a La Romareda.

Pero este Alcorcón ya no es un sin nombre, sino un equipo consolidado, que se asentó en Segunda e incluso miró de reojo a Primera alguna vez. Un equipo humilde. Un equipo de fútbol digno, que representa a una ciudad,  un equipo respetable en un mundo del fútbol lleno de filiales, negocios y engendros, que este año ha apostado por un cuerpo técnico insultantemente joven que quiere hacer cosas en el mundo del fútbol con mucho trabajo y buenas ideas. Aunque tengan que labrarse el duro camino de hacerse un nombre sin tenerlo.

Por una cuestión personal, hoy me será imposible estar en Nueva Condomina. Qué sensación más amarga esa, cuando sobre el césped ya están las camisas granas y no puedes estar allí. En la grada, eso sí, estarán mi padre y mi hijo, juntos, lo que no sólo alivia esa amargura, sino que llena de sentido tantos años de lucha por el escudo, que nos permiten prolongar esa larga historia de amor entre un abuelo y un nieto que también es el fútbol. Los pequeños milagros de este deporte. No estaré en el estadio, pero estaré. Y algún día no estaremos, pero estaremos. Y seguirá siendo fiesta, como hoy. Porque es domingo y juega el Murcia.

Oliva

@beandtuit

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