REAL MURCIA-2-0-AD MERIDA
REAL MURCIA: Gazzaniga, David Vicente, Alberto, Jaso, Andrés López (Jorge Mier, 88), Moha (Larrea, 60), , Yriarte, Pedro León (Rojas, 68), Loren, Juan Carlos Real (Boateng, 88) y Pedro Benito (Raúl Alcaina, 60). Suplentes: Íker Piedra (ps), Saveljich, Carrillo, Kenneth Soler y Ben Knight.
AD MÉRIDA: Juanpa, Busi (Jack Beer, 73), Bonaque, Eliseo (Prevedini, 60), Pipe, Pablo Ganet (Juanjo, 60), Busi, Raúl Beneit (Pablo García, 60), Liberto, Doncel y Javi Eslava (Mizzian, 73). Suplentes: Dani Vicente (ps), Segura, Pareja, Charbel, Íker Macía y Saúl del Cerro
Árbitro: Gordillo Escamilla (colegio valenciano). Amarillas para Antxón Jaso (11´), Pablo Ganet (36´), Larrea (69´)
Goles: 1-0 (min. 31´): Pedro León, rompiendo entre líneas, aprovecha un pase de JC Real para driblar a Juanpa y marcar. 2-0 (min. 48): Juan Carlos Real, tras un rechace de Juanpa tras remate de cabeza de Pedro Benito.
Incidencias: Nueva Condomina. Poco más de 11600 aficionados en las gradas.
Comentario: Murcia en fiestas y el equipo afín. Hay días de feria donde se engalana el fútbol con talento y parece que todo es conocido recreándose la memoria, días que, sin calendarios definidos, se asoma el fervor -con cuentagotas- a un césped donde se le lleva esperando varias campañas. Por eso, ganar en estas condiciones es una declaración de principios y un puñetazo de rabia en la pared donde cuelgan las miserias de un trayecto cuya única meta es la pasarela del fútbol profesional, aunque se juegue, por decisiones extrañas, en horario matinal.
Y es que estos partidos duelen por el horario. Los que hemos vivido más fútbol -en años- tenemos la duda siempre de quién programa. Un domingo, ya sea la hora del vermouth o la del desayuno para otros, jugar al mediodía es un ataque contra la integridad de los protagonistas, y más en Murcia. Ser íntegro, o parecerlo, duele cuando el sol impide valorar el precio del abono, cuando el fútbol pierde revoluciones y exige más descansos para el refrigerio, bien en el campo para los jugadores o en la grada para la resaca del sábado noche. El resto, murcianismo en sobredosis de afecto a la camiseta. Solo esa dependencia a lo grana hace que más de once mil adictos a la causa empujen cuando el sol asuela hasta doler.
¿Y en el campo? Pues, lo preciso por el peso del escudo y el apego de la grada. Con tanto en lo emocional que se transpira desde los asientos, dejarte la sangre y la piel alimenta la pasión. Y esa fogosidad tuvo, en la génesis del choque a Pedro Benito como estandarte. El influencer, que le hizo buscar hueco a Carrillo en el banco, acostumbra a llegar donde a otros les cuesta, a tener fe en el robo y en la presión con su querencia a saborear el precio de su nómina amparado en su sudor. Poco cuadro fotográfico más cuando en su orla su papel está definido. La grada lo sabe y venera su actitud y entusiasmo en campo contrario. Los defensas le evitan, pierden espacios, les mueve de lugar y les desubica. En la primera acción de maridaje en el ataque murciano llegó el gol entre los Pedros y la realeza borbónica grana, Juan Carlos Real. Benito movió a las centrales, León rompió por dentro y el borbón asistió con una maestría milimétrica para que el muleño festejara.
Había sido, hasta ese momento, media hora de golpes sin destino, un alegato de artificios que tampoco mostraba un mediodía con menos fútbol que tensión. Pero la ventaja local desperezó a los emeritenses que, con Pablo Ganet a la batuta, intentó buscar una armonía en campo contrario que, sin música, al menos le acercó al área grana hasta el descanso con un destino que les hacía llegar al borde del área grana.
Parecía que el arrebato visitante final del primer acto podría hacerles exhibir músculo cerca de Gazzaniga, pero nada más alejado de las premisas de Sergio Guilló en la caseta. Un centro majestuoso de Pedro León cuando los de Mérida trataban de acomodarse en su zaga hizo que se ampliara la ventaja. Benito remataba de cabeza y el borbón Real, aprovechando el balón suelto tras la parada de Juanpa, hacía a la grada estallar. Se llevaban apenas tres vueltas de reloj en el guion y el partido ya justificaba las olivas, marinera y cerveza en su hora deseada. Parecía que el gol otorgaba a la grada placidez para hacer planes de tarde sin las decepciones habituales que parecen tatuadas en el sino del Real Murcia.
El último tercio de partido no precisó de más sustancia para un caldo que fue desvirtuado por los cambios. Los de Fran Fernández perdieron presencia con la salida de Moha, un jugador que ancla al equipo cuando debe y ofrece ritmo cuando lo demanda el equipo. Alcaína tomo el relevo de un exhausto Pedro Benito para, al menos, insuflar oxígeno ofensivo a los suyos. Pero, curiosamente, el que emergió fue Gazzaniga para evitar el gol romano en el 63´que hubiera anudado al cuello de los granas un argumento final donde expusieron una falta de precisión ofensiva tremenda.
Ángel García
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