ALCOYANO-0-3-REAL MURCIA

ALCOYANO: Manu García, Javi Antón, Atienza, Borja Granero, Primi (Farru, 46), Imanol García, Undabarrena, Jon Rojo (José Lara, 46), Ferni (Cristian Herrera, 62), Pastrana (Mario Losada, 77) y Niang  (Cellou, 62). Suplentes: Valens (ps), Andrés, Albisua, Dani Molina, Morgado y Sergi López.

REAL MURCIA: Gazzaniga, David Vicente (Boateng, 80), Alberto González, Antxón Jaso, Cadete, Larrea (Pedro León, 80), Yriarte, Loren. Juan Carlos Real (Raúl Alcaina, 66), Pedro Benito (Moha, 70) y Carrillo (Saveljich, 70). Suplentes: Íker Piedra (ps), Jorge Mier, Rojas, Kenneth Soler, Ben Knight, Andrés Lopez y Héctor. 

Árbitro: Cambronero González (colegio castellano-manchego). Amarillas para Primi (35´), Cadete (49´), Atienza (80).

Goles: 0-1 (min. 36): Juan Carlos Real, de penalti cometido por Primi sobre Pedro Benito. 0-2 (min. 51): Cadete lanza una falta y Manu García no acierta a atajar el balón escapándosele de las manos. 0-3 (min. 64): Error de Atienza en la zaga local que aprovecha Carrillo para quedarse solo ante Manu García y batirle.

Incidencias: El Collao de Alcoy.  Alrededor de 4000 espectadores con más de un millar de desplazados granas. 

Comentario: Puedes ganar y acariciar lo tangible de la victoria; las evoluciones con el balón, el despliegue físico, el orden táctico, la eficacia ante portería contraria. Puedes hacerlo, naturalmente. Puedes, también, haber disfrutado un partido plácido, una tarde de descanso defensivo, 90 minutos con goles fabricados en una actuación desastrosa del rival. Puedes hacer tantas cosas, que también te puedes engañar y pensar que un rodillo paso por El Collao, pero no, no fue así.

Porque uno se imaginaba un choque a mordiscos, y todo acabó sin apenas heridas. Por eso, Alcoy sigue siendo amiga, aunque el Alcoyano no tanto. Sobre todo, cuando hay puntos en juego, cuando la tensión atenaza, cuando se busca crupier que amase el balón y organice la partida. Poco más cuando las necesidades del Real Murcia siempre le llevan, en su mapa de carreteras, al campo contrario, donde la apuesta palpita, donde los nervios, como el balón, viven encogidos cuando no hay dueño.

Sorprendió cuando, además, el equipo sufre la diáspora murciana. Un fondo teñido de grana, tirante en una exposición de alma que es más que el equipo. Y cuando se trasladan las pulsiones al césped y se juega por instinto pasa lo que pasa, que cualquier plan explota, para bien o para mal, que pierde peso la estrategia y se rascan metros en acciones disparatadas. Sobran, entonces, teorías. 

Las de Fran Fernández, aun pretendiendo existir, llevaron al equipo a jugar pensándose mejores en campo contrario, con un dibujo trazado con pinceladas en la posesión y brochazos cuando tenía el balón el Alcoyano. De ahí que Pedro Benito fuera la estrella invitada en el once, justificando con su brega las intenciones iniciales (y finales) del míster andaluz. Suya fue la acción del gol -discutida por la decisión arbitral- y el estado de agitación permanente en el que hizo sobrevivir a la zaga local durante muchos minutos. Poco antes de ese gol, definido de pena máxima por Juan Carlos Real, había avisado Larrea con un remate que se fue ajustado al palo tras desviar un defensa. Con un equipaje tan limitado, el equipo murciano se iba al descanso en la ventaja de un gol que les coronaba vencedores en definición. ¿Y el Alcoyano? Pues, muy mermado de ideas cerca del área contraria, sin arañar apenas a la zaga grana y, lamentablemente para ellos, sin peso específico ofensivo para amedrentar a un bloque murciano que puso límite a sus nervios lejos de la portería de Gazzaniga. Hasta ese momento, como Alcoy, los de la moral fueron amigos, de esos que invitan a copas para festejar en sus noches tristes… porque triste fue su declaración de principios.

Los planes de Vicente Parras trataron de ofrecer algo más de vitamina en la reanudación. Dobló cambios definiendo una propuesta que arrinconara al cuadro grana cerca de Gazzaniga, pero, ni con esas cambiaron de relato. Una falta lateral, cuando apenas se llevaban seis minutos, valió al Real Murcia para ajustar la segunda insignia al marcador. Un gol que sorprendió por su ejecución; Cadete lanzaba sin peligro y Manu García, que se enfrentaba por primera vez a sus ex, no fue capaz de amarrar el balón. 

La diferencia de eficacia era abismal entre ambos cuando por juego no estaba la vida para contar bondades. Los de casa, angustiados por su desatino, carecían de ritmo, intensidad y pegada. Su técnico buscó un reemplazo, más físico que emocional, que les colocaba en una pasarela donde los granas tenían las mejores butacas. Y el Murcia, como buen invitado, aplaudió. Dio palmas en los errores locales por educación, como buen huésped, y cerró la puerta, perdonen, el marcador, con otro disparate defensivo local que supuso el tercero. 

Atenazado el Alcoyano y anclado en la equivocación, no quiso el cuadro murciano continuar quitando apósitos a un equipo local al que el orgullo le obligaba a más. Una pena para ellos mutada en festividad alcoyana para los granas, un desplazamiento que arraiga, una campaña más, en los murcianos una victoria, casi, por decreto.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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