Hoy juega el Murcia, amigos. En casa, en una mañana que se espera lluviosa, en mitad de esa borrasca interminable de resultados que sufrimos en Nueva Condomina, y contra el Ibiza, uno de esos cuatro equipos que llevan números acojonantes en el último mes y que, ahora sí, parecen ser los rivales para ascender en este último tercio de liga.
Un tercio, ojo, que no es mucho pero es bastante; demasiado como para ponerse tan nervioso, como para hablar de finales, como para llenar la semana de tontadas previas y crearnos una presión absurda. ¿Aún no sabemos que este equipo históricamente siempre da su mejor cara cuando se disfraza de humilde y nadie se lo espera?
No, no lo sabemos, y los clásicos de la exigencia ya han saltado tras otra brillante victoria fuera: en casa hay que ganar. Sí, eso dicen. Que hay que ganar, sí, que ya está bien. Por ciudad, por estadio, por afición. Hay que, dicen, ojo: hay que. El entrenador tiene que saber que hay que ganar. Ya está bien. ¿Por qué no ganará en casa, el tío?, se preguntan. Si somos la séptima ciudad de España. “La séptima, la séptima, la séptima” (dicho así, tres veces, casi escupiendo, de manera arrebatada). El argumento es irrebatible, no intentes contraatacarlo: el Murcia tiene que ganarle al Ibiza porque Murcia es la séptima ciudad de España. Y ya está bien, hombre.
A los adalides de la exigencia y la séptima ciudad siempre me quedo con ganas de preguntarles dónde estuvo la séptima ciudad cuando nos descendieron en los despachos por una decisión caprichosa y fuera de derecho. Ahí no vi exigencia, ni 450.000 habitantes. Ni a los dos años de esa decisión, cuando una universidad de Murcia quiso hacer doctor honoris causa al que tomó esa decisión. ¿Dónde estaban entonces todos los que exigen ganar el partido de hoy? A mí, en ese momento, Murcia me pareció una ciudad muy pequeñica.
Yo entiendo que se exija, por ejemplo, que los accesos y los alrededores del estadio, 18 años después, estén decentes. Algo mejor que en 2006, vamos. Porque, incluso con el equipo en tercera, que cada partido sea una odisea para llegar, aparcar y salir, es un auténtico despropósito. Que nadie mueva un dedo para hacer una planificación urbanística seria de la zona, con vistas a que el equipo ascienda y los aledaños colapsen; que nadie diga que un estadio no debería estar rodeado de un bancal a los 18 años de inaugurarse. En fin, sólo creo que el verbo exigir se debería emplear en esos casos, cuando enfrente no hay otro equipo que quiere lo mismo que tú.
Pero, en cualquier caso, allí estaremos todos. Los que exigen algo que no se puede exigir y los que exigimos trabajo y buenas intenciones para lograr la victoria. Todos con nuestras pequeñas estrategias para llegar, aparcar y salir, después de casi 20 años de un olvido y desprecio injustificable. Todos amanecemos con la ilusión de seguir en lo más alto, pero, sobre todo, con una ilusión más pura y auténtica, esa que tanto cuesta explicar al que no la siente: la ilusión de que hoy juega el Murcia.
Oliva
@beandtuit
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