REAL MURCIA-0-2-IBIZA UD
REAL MURCIA: Gazzaniga, Jorge Mier (David Vicente, 78), Alberto, Saveljich, Ian Forns, Palmberg, Isi Gómez (Boateng, 63), JC Real (Toral, 63), Pedro Benito (Pedro León, 58), Davo (Alcaina, 58) y Flakus. Suplentes: Íker Piedra (ps), Jaso, Cadete, Rojas, Yiriarte, Kenneth y Cadorini.
IBIZA UD: Ramón Juan, Unai Medina (Astals, 72), Guillem Molina, Iago Indias, Javi Jiménez, Jesús Álvarez (Gori,m 72), Olabe. Álex Gallar (Domenech, 78), López Pinto (Zarzana, 78), Bebé y Mo Dauda (Quique González, 72). Suplentes: Chekotun (ps), Belman (ps), Monjonell, Escassi, Albert, Iván del Olmo y Eugeni.
Goles: 0-1 (min. 47): Bebe; 0-2 (min. 57): Javi Jiménez.
Árbitro: Camacho Garrote (colegio andaluz). Expulsó a Ian Forns (77´) y Javi Jiménez (90´). Amarillas para los locales Isi Gómez, Saveljich y Boateng. Por los ibicencos Bebé, Iago Indias, Guillem Molina y Domenech.
Incidencias: 15261 espectadores en Nueva Condomina. Mañana lluviosa.
Comentario: Resulta complicado imaginar a un equipo tan buen anfitrión como el grana. Son los murcianos los que hacen a los huéspedes sentirse como en su propia casa; abrir el frigo, servirse, echarse los hielos, degustar lo mejor, agradecer las viandas e irse con la sensación de volver cuando se quiera, de explotar la benevolencia casera que daña al pobre y hace más rico al rico, porque, por riqueza, los ibicencos demostraron mucho más. Y no nos sirve decir que han firmado tirando de talonario, que lo han apostado todo a un mercado invernal donde no han tenido ningún reparo en abrir la billetera, en firmar a lo grande buscando a los más grandes, en no mirar los ceros de las cifras, en definitiva, en creerse que pueden con las certezas sobre el campo, lo que el Murcia no ha hecho.
Los nuestros, pues bueno, pues eso. Parece que han mirado más los billetes, que ha costado más la firma en el talón para encontrar recambios naturales que, de momento, no ofertan en el césped lo que daban los que ya estaban. Y no me sirve pensar que, a domicilio, son otros, unos mutantes como locales y visitantes, un bloque cuya metamorfosis se ampara en el rival y que cuando este falla se suman puntos. Sigo pensando, hasta que se regularicen los resultados dentro y fuera, que lo que ha llegado no es mejor que lo que se fue, que el cambio no ha otorgado sustancia y que la situación en la tabla viene alterada por la situación irregular del Antequera y por las flechas lanzadas hacia el cielo de los celestes y ceutíes. ¿El resto? Somos el Murcia, recordadlo, un equipo al que le cuesta creer que arrastra un dogma detrás, una afición cegada por los deseos, unos sentimientos que quieren salir y gritarse. Que no lo olviden algunos, sobre todos los incrédulos a la causa.

Ahora, hablar del partido deja principios emergiendo sobre misterios, momentos enaltecidos en el juego e interrogantes mayúsculas cuando todo sale en contra. Se puede dudar del plantel, de la dirección desde el banco, de las decisiones de la dirección deportiva, del desgaste de la propiedad… se puede, per no tiene sentido hacerlo cuando hay que mirar al siguiente partido y olvidar cuanto antes que Nueva Condomina sigue siendo un lastre y una herida que desangra puntos como si fueran donantes de sangre. Una pena porque los primeros veinte minutos fueron primorosos; en actitud y talento, un desgaste a un rival acogotado que sufrió sin perder el sitio. El ritmo de Isi Gómez, Palmberg entre líneas, Ian Forns haciendo largo su carril… parecían los murcianos jugar a domicilio. Poco a poco despertó el equipo de Jémez. Necesitó un par de zancadas de Bebé, descolocar a los centrales granas entre la movilidad ofensiva de un equipo sin punta definido, sentirse aseados con balón en campo visitante… para hacer humanos a los de Fran en campo propio. A los puntos, habían sido mejores los de casa, pero sin gol, no pareció Murcia con lluvia ayer un paraíso para puntuar.
La vuelta tras el descanso fue la bofetada habitual que sufrimos; una desconexión habitual que llegó demasiado pronto tras una pérdida en el centro del campo donde todos los demás miraron, como en el cine, para ver a Bebé marcar el primero. Ese gol hizo daño y puso a tiritar a los granas. Minúsculos y sin brújula, parecieron en su juego descender varias categorías ante un equipo balear que se comenzó a gustar. Parecían un rodillo buscando las espaldas a jugadores que ayer fueron una sombra, moviéndose sin criterio, perdidos en un espacio que parecían desconocer. El segundo sentenció con un mundo por delante. Desde el banco, solo Toral fue alternativa con Alcaina fijando a una zaga rival cuya solvencia estuvo siempre en su lugar. Resultó extraño asistir al tiempo con las circunstancias a favor de los visitantes. Tiraron los de casa de pico sin pala, con alma sin fuerzas, con la dinámica de equipo menor ante un Ibiza que jugó con los tiempos, con los espacios, con el balón, con el ritmo y con la luvia. Fueron mejores y tomaron de nuestra bandeja un liderato al que no supimos sacarle brillo.
Ángel García
@__AngelGarcia__
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