Hoy juega el Murcia. Esta tarde, en Ibiza, bien prontico. Habrá que comer en horario de abuelo jubilado –la mejor hora para comer, por cierto— para poder dormir la siesta. O sacrificarla, sabedores de que un partido del Murcia es sin duda el estimulante del sistema nervioso central más poderoso del mundo.

Ante la decepción por las victorias que no llegan, a los que intentamos siempre ver el vaso medio lleno nos queda la esperanza del cómo ha sucedido. ¿Por qué no hemos ganado ninguno de los últimos cuatro partidos? Y ahí es donde el Murcia de este año sí invita al optimismo, no como el del año pasado, para no irnos muy lejos. Esta temporada los resultados, sin ser malos, están por debajo de lo que se está haciendo en el campo; el año pasado, en cambio, los resultados, tanto con Munúa como con Pablo Alfaro, estuvieron muy por encima del juego de un Murcia que sobre el campo apenas pareció un equipo durante un par de tardes.

En el fondo está ese debate, que tanto gusta a gurús de la psicología y el coaching, entre el proceso y el resultado, un tema que también debe ser pieza importante de más de una asignatura del Curso de Entrenadores, que salen con el título teniendo muy claro que lo importante es el proceso, todo el trabajo que hay detrás de un equipo para intentar ganar un partido, pero que lo que les dará de comer es el resultado.

 “Este es un deporte en el que puedes hacer las cosas muy mal y salirte muy bien, y puedes hacer las cosas muy bien y salirte muy mal”, dice Juan Manuel Lillo para explicar a la prensa que una cosa es el trabajo y otra lo que resulta. El Murcia sigue haciendo las cosas bien, aunque no terminen de salir, y ahora con la recuperación de Boateng, Yriarte, Carrillo y Alcaina la sensación es que ese buen trabajo, ese dominio de los partidos tanto en casa como fuera y sin dejar apenas llegar al rival, se puede trasladar al resultado, por fin.

O no. Si el azar vuelve a darnos la espalda de aquí a final de año, es posible que incluso lo que se esté haciendo bien empiece a hacerse mal. El proceso no siempre te lleva a los buenos resultados, pero los malos resultados sí debilitan siempre el proceso. Esto es así de puñetero. Ya lo sabe Lillo.

Así que esta tarde, con o sin siesta, intentaremos seguir haciendo las cosas bien, trabajando el proceso, lo que está en nuestra mano, y rezando por un buen resultado, que está más en manos del azar. “Lo importante es el proceso”, le digo incluso a mi hijo poco antes del examen de Matemáticas, cuando sé que ha estudiado. Aunque lo más importante, como bien sabe, lo único que seguro es  incluso más importante que el proceso, que el examen de Matemáticas o que la siesta, es que hoy juega el Murcia.

 

Oliva

@beandtuit

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