REAL MURCIA -0-1- CF INTERCITY
REAL MURCIA: Gianni, José Ruiz (Enol Coto, 62), Marc Baró, Marcos Mauro (Rofino, 83), Alberto, Sabit, Isi Gómez, Svidersky (Amín, 62), Dani Vega, Loren Burón (Carmona, 83) y Carrillo. Suplentes: Iker Piedra (ps), Pedro León, Andrés López, Juanmi Carrión, Álex Rubio, Sanchís, Tottí, Garzón.
CF INTERCITY: Gaizka Campos, Guillem Jaime, Vadik, Álvaro Pérez, Ceberio (Bellotti, 86), Undabarrena, Leo Vázquez (Cristo Romero, 66), Burlamaqui (Xemi, 66), Soldevila (Traoré, 78), Nsue y Aarón Piñán (Pol Roige, 46). Suplentes: Manu Herrero (ps), Rafa Gálvez, Simón Moreno, Mendibe, Cámara y Juampa.
Árbitro: Godia Solé, del colegio catalán. Amarilla a Sabit (49´), Burlamaqui (62´), Amín (65´), Xemi (71´), Marc Baró (80´).
Goles: 0-1 (min. 9): Error defensivo entre los centrales granas que aprovecha Nsue para colarse en el área y marcar ante Gianni.
Incidencias: 22315 espectadores en Nueva Condomina. Minuto de silencio por el fallecimiento de dos abonados granas.
Comentario: No le va a este Real Murcia, desde hace años, los cuentos con final feliz. Suelen ser sus guiones más confortables cuando juegan contracorriente, cuando se crecen en contextos desfavorecidos donde la euforia apenas tiene presencia. No es algo socorrido, en las urgencias de la tabla, apelar a la grada en la búsqueda de un grial que solo ellos agitan a base de físico y talento, pese al banquillo y su enésimo desastre táctico. Porque es fácil, tras la derrota, ser tribunero y responder a las dudas escondiéndose en un colegiado -lamentable- y un rival funcional con ventaja en el marcador.
Y así, es complicado nacer crecido, sostenido en un entusiasmo que desvirtúa lo elemental. Y es algo que le sucede de forma habitual al Real Murcia cuando apela a la grada esperando conseguir más de los asientos que desde el césped. Son partidos en los que en las crónicas se pueden escribir los versos más tristes de cualquier tarde, cuando aún no es de noche, aunque a algunos se les oscurezca la vida cuando van por debajo en el marcador y carezcan de linterna para dar luz donde otros pagan el recibo.
Así, puedo escribir, por ejemplo, que el Real Murcia estuvo nervioso, con demasiadas prisas, con la tentación de quien aspira a gustarse por encima de ganar. Y es que hay veces en las que las formas buscan hacerse hueco en un fondo que, desde el inicio, expuso escasa profundidad. Las granas salieron con la brújula desnortada, sin sitio en un callejero habitual que conocen al dedillo, pero que careció de señales. Todos los partidos en Nueva Condomina son, desde hace años, cuentas pendientes con una historia que se pierde en la inmediatez de quien sufre porque, a padecimientos, pocos le hincan el diente a este Murcia. Y así fueron vulnerables donde no deberían mostrarse; en la zaga. Un error entre los centrales permitió a Nsue adelantar al cuadro alicantino cuando el partido estaba en su génesis. Aarón Piñán había desubicado a una defensa local que fue al balón perdiendo el sitio (y la marca).
Con desventaja, pudieron escribir los de casa otra historia en sus versos, pero el partido perdió el ecosistema deseado por los locales, configurado, desde entonces, en un diseño que Sandroni deseaba. A mordiscos, es complicado vencer al Intercity, un equipo que no se deja tutear con facilidad, que mantiene estándares de calidad con muy poco; orden y empuje en la salida de balón del rival con un centro del campo poderoso. Solo Svidersky, poco antes de la media hora, cruzó en exceso el balón en el remate más claro de los murcianos en el primer acto.
Hasta el descanso, el diálogo con el balón de los de Alfaro se mostró con titubeos, con intermitencias y con las imprecisiones a las que acostumbran quienes tienen más nervios que fútbol, quienes pulen a impulsos el desorden táctico sobre el que sobresalieron los mediocampistas del Intercity.
Quisieron escribir algo más adecuado los granas en la reanudación. En sus libretas desparecieron los garabatos de la primera mitad y, con buena letra, llegaron en cinco minutos más a la meta de Gaizka que en lo que había sido el choque hasta entonces. Para eso intentaron jugar en campo contrario con un pasaporte hacia la meta alicantina que anticipaba su viaje. Reactivada su comunicación con el balón, siempre al dictado de Isi Gómez, el equipo grana ganó bienestar en campo contrario y acongojó a Intercity, que perdió metros pero ganó confianza defendiendo.
Fue un continuo de pretensiones lo que le quedó al reloj hasta el final. Sandroni ganó introduciendo sustancia ofensiva a los suyos, arrinconados por los granas en campo propio, aunque con poco sufrimiento para sostener la portería inmaculada de Gaizka. Alfaro, sin hallar su cuaderno de bitácora, introdujo cambios como quien va al mercado; un poco de profundidad, peso en bandas y recorrido al balón en campo conbtrario, en definitiva, el abc básico de quien va perdiendo. Con tan poco a nivel táctico, al Intercity le bastó con seguridad y con posesión en un duelo en el que la afición mostró mucho más en la grada que el equipo en el césped.
Ángel García
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