REAL MADRID CASTILLA -5-1- REAL MURCIA

REAL MADRID CASTILLA: Cañizares, Carrillo, Ribes, Asencio, Cuenca (Obrador, 77), Mario Marín, Manuel Ángel (David González, 88), Gonzalo (Álvaro Rodríguez, 82), Palacios (Theo Zidane, 77), Nico Paz y Esteban Aparicio (Víctor Muñoz, 46). Suplentes: Mario de Luis, Tobías, Edgar, Jeremy de León.

REAL MURCIA: Gianni, José Ruiz, Alberto, Marcos Mauro (Andrés López, 84), Juanmi Carrión, Sabit, Svidersky (Carrillo, 64), Isi Gómez (Totti, 84), Loren (Álex Rubio, 72), Dani Vega (Pedro León, 64) y Amín. Suplentes: Iker Piedra, Rofino, Enol Coto, Toral.

Árbitro: López Parra (Colegio cántabro). Amarillas para Nico Paz (2´), Asencio (23´) y Mario Marín (91´).

Goles: 1-0 (min. 47): Nico Paz, de disparo desde el borde del área. 2-0 (min. 56): Nico Paz, de falta directa. 3-0 (min. 68): Víctor Muñoz cruza ante la salida de Gianni tras deshacerse de Carrión. 4-0 (min. 80): Gonzalo dispara ajustado al palo izquierdo de Gianni tras asistencia de Theo Zidane. 4-1 (min. 88): Carrillo, de chilena, tras asistencia de Totti. 5-1 (min. 90): Álvaro Rodríguez aprovecha un error de Andrés López para sentenciar ante Gianni.

Incidencias: Valdebebas. Minuto de silencio por las víctimas del incendio de Valencia.

Comentario: Te ganaron, encajaste cinco, te sostuviste en la segunda mitad entre el ridículo y la vergüenza, pero claro, era el Real Madrid. Y es que perder ante los merengues, en la capital de España, ese lugar que los murcianos conocen últimamente más por las manifestaciones y por los viajes de Pablo Alfaro para comentar los partidos de Champions siempre sirve de excusa.

Lo que no se puede excusar es que los granas no perdieron ante el Real Madrid, lo hicieron ante su filial, un equipo salido hace poco de la adolescencia, con las marcas de acné en sus rostros, pero con un cuchillo y un colmillo que, aunque atrofiado en las últimas semanas, sacaron brillo ante los murcianos. Más de 400´ sin marcar para resarcirse y mostrar su dinamita ante los nuestros.

Poco más se puede decir para comenzar a escribir una crónica que leerán pocos, muy pocos. Es un castigo hacerlo cuando encajas de esta forma, cuando te paseas rutilante y vuelves degollado. Porque, pese a quien pese, lo del Murcia en Valdebebas fue un ejercicio televisado de suicidio coral; todos y ante todos, como un reality show donde muestras tus costuras para que te las descosan y te dejen desnudo.

Y yo, al revés que, a muchos, me sentaba a la hora de la siesta, expectante, ante la TV del club blanco. Me exponía a esa catequesis en la que, o sales merengue u odias la vida, pero no, esta vez no me sentí imbécil al final, porque esta vez, sobre todo en la segunda mitad, tenían razón los comentaristas. Si ya es parcial esa TV oficial madridista, ayer el Real Murcia les dio razones para no dudar. El éxtasis que los acompañaba en su narración en el segundo acto fue consecuencia de la indulgencia -más bien benevolencia- de un equipo grana que no quiso que nadie dudara de su incapacidad para sentirse como un equipo de fútbol. Y ahí, no solo ellos fallaron en el pase de lista. Cuando la merma llega desde el banco, hay que decirlo. Y es necesario, como muchos comentamos partido tras partido, sacar el altavoz para que la gente conozca la feria táctica en la que tratan de sobrevivir unos jugadores que necesitan algo más que despliegue físico. A pierna, pulmón y sacrificio, pocos superan a los granas, pocos. Los que lo superan necesitan pie, talento e inteligencia para darle la vuelta a un Murcia que vive tácticamente en un disparate, un equipo al que le escuece pensar con la pelota, un bloque en el que cada acción ofensiva es una carta de despedida camino de las trincheras.

Ahora, me podrían decir que hablara del partido. ¿De qué partido? ¿De la aburrida primera parte en el que no hubo ningún tiro de peligro a ninguno de los dos portales? ¿O hablo del dislate de Alfaro y los suyos en la segunda? Mejor que no, el resultado lo dice todo y no deja escondidas ninguna de las carencias de los murcianos. Es más, con ese resultado hasta parece que no hubo barricadas, solo un bochorno en el no vale pedir perdón.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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