LINARES DEPORTIVO -2-0- REAL MURCIA

LINARES DEPORTIVO:  Samu Casado, Dani Perejón, Molina, Marín, Varela, Rentero, Rodri (Ángel Martínez, 85), Berlanga, (Buyla, 76),  Duarte (Moreno, 82), Rafa Llorente y Samu Corral (Hugo Diaz, 46). Suplentes: Ernesto (ps), Vergaja, Álvaro Vázquez, Panadero, Inach, Zaki y Gonzalo.

REAL MURCIA: Manu García, Enol Coto, Rofino, Alberto González, Marc Baró, Isi Gómez, Sabit, Pedro León (Mariano Carmona, 76), Álex Rubio (Amin, 63), Loren Burón, y Carrillo (Pina, 63). Suplentes: Gianni, Andrés, Carrión, Svidersky y Jesús.

Árbitro: Ortega Herrera (colegio valenciano). Amarillas para el local Rodri y los murcianos Pedro León, Tomás Pina y Mariano.

Goles: 1-0 (min. 7): Rafa Llorente. 2-0 (min. 62): Molina.

Incidencias: Municipal de Linarejos. Presencia de casi dos centenares de aficionados granas en las gradas.

Comentario: Lo del Murcia es de diván. Un equipo que cada vez se parece menos a un equipo, con un destino que se asemeja al caos, unos jugadores que se pierden en la palma de una mano sin balón, que no son capaces de encontrar el norte en una brújula sin otros puntos cardinales más allá del desastre en el que viven, en definitiva, un dislate en el que malviven repartiendo a partes iguales, como en Linares, ridículo y vergüenza.

Dicho esto, ellos no son culpables de nada. Insisto, de nada, aunque algunos patrocinen su cabreo entre calificativos malsonantes. Bastante hacen con asistir a un día a día en el que viven enredados entre lo que algunos llaman fútbol y los que somos asépticos a la causa decimos disparate. Y es ahí donde han llegado con Pablo Alfaro. Jamás se pensó que el poder de autodestrucción desde el banquillo alcanzaría cotas tan elevadas. Jamás. Y, si sucedió, fue en noches resacosas de esas en las que canciones tristes de amor nos hacen llorar y tragar saliva.

Ayer esas canciones se escucharon de tarde, por tierras jienenses, entre lamentos de la grada, bostezos del que finge no importarle a estas alturas ya nada y desprecio al escudo que algunos portan no con dignidad, sino con el desconocimiento de saber lo que realmente pesa emocionalmente para otros muchos que no han tenido esa fortuna -aunque la soñaron-.

Con el escudo, como con el primer amor, no se juega. Quizás, porque ese escudo es realmente ese primer amor y al que siempre se le recuerda, y se le alimenta -algunas veces a escondidas- y se le exige proporcionalidad afectiva. Y, también quizás, porque ese escudo tiene forma de corazón en el pecho de muchos aficionados granas. Por eso dan ganas de llorar, y perdonar, y de comenzar otra vez a sentir las mariposas en el estómago cada pretemporada… pero no ahora, cuando queda competición y no dejamos de serle infiel cada partido.

Porque ahora este amor ha sido convertido en un embuste por Alfaro. Podemos bailar -más bien, que nos bailen-, podemos cantar -desafinando de forma habitual en cuanto pisamos el césped- y también podemos imaginarnos en un escaparate con nuestras mejoras galas y solucionar la premiere con un ejercicio de incomparecencia cuando todos nos esperan, como en Linarejos.

Ahora ¿hablo de fútbol? ¿de qué fútbol? El Murcia remató a puerta con peligro pasado el minuto 80. Parecía que hasta ese momento los granas resucitaban al Linares -un equipo en descenso- mientras tarareaban canciones de amor a un balón que no le escuchaba. ¿No se sabían la letra o es que nadie se la había enseñado, perdón, entrenado?  En fin, sigamos. El domingo llega el Ibiza y ellos tampoco están para cantinelas.

Ángel García

@__AngelGarcia__

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