Hoy juega el Murcia. Y un domingo por la tarde, como mandan los cánones, y además en casa ante un rival importante, en un día espléndido de octubre, según anuncia el hombre del tiempo. Viene el Marbella, un recién ascendido, doble recién ascendido, además. Pero es un recién ascendido falso porque, en su caso, sólo ha recuperado en estos años el lugar donde debía estar.

En la primera mitad de 2020, la primera ola de la pandemia por covid dejó en España, además de la sospecha de más de 45.000 muertos, unos 240.000 casos confirmados de haber padecido el virus. El Marbella no figura en ese listado, pero fue probablemente el equipo más dañado por la pandemia: pasó de ser claro favorito para ascender a Segunda a estar en quinta división en tan solo un año.

Lideraba su grupo de Segunda B con paso firme y plantilla de campeón. Después de un inicio algo renqueante, había remontado seis puntos al Cartagena y encabezaba el grupo en casi todas las jornadas de 2020, lo que entonces era una gran ventaja para ascender, no tanta como ahora, pero lo era: el primero sólo tenía que pasar una eliminatoria; el segundo, tres.

Todo cambió aquel célebre 8 de marzo. El Marbella no pasó del empate en Huelva y el Cartagena ganó en Córdoba para ponerse primero tras la jornada 28. Después, todo lo que vino en marzo de 2020: estado de alarma, parón de la liga, decisiones extrañas para cerrar la temporada y decisiones aún más extrañas (e injustas) para reestructurar el fútbol español la temporada siguiente en apenas 24 partidos. Las consecuencias de aquel 8 de marzo fueron brutales: el Cartagena subía a Segunda por ganar una tanda de penaltis y el Marbella, 12 meses después, estaba en Tercera Federación.

Pero aquel drama marbellí, como la pandemia, pasó, y este Marbella de inversor chino, agencia de representación internacional en la gestión, apoyo institucional, ciudad importante detrás y dos ascensos consecutivos debería llegar más lejos que otros negocios similares.

Pasó la pandemia y todo lo que trajo quedó atrás. Muy atrás. El drama marbellí, los puñetazos imprevistos, los buenos propósitos. A veces parece que nada de aquello sucedió. De la pandemia no salimos mejores, qué cojones. El odio no da tregua, y como ejemplo Nueva Condomina. Los pitos en el minuto 15, los que cuestionan al míster en septiembre, los insultos al tuyo. La ansiedad, las prisas, las ganas de ascender a Primera, incluso antes que a Segunda, llevan a muchos a la desesperación, a la absoluta falta de empatía. A olvidarse de disfrutar del presente, que es lo único que tenemos.

“Siempre hoy es el mejor día”, decía Juan Carlos Unzué el pasado 10 de octubre, el día en el que el Congreso por fin aprobaba la ley ELA. Pero no se refería al 10 de octubre, por muy importante que fuera ese día para los pacientes de ELA. Lo decía bien claro: “Siempre hoy es el mejor día”. Hoy también lo es, por supuesto. Es domingo, el hombre del tiempo anuncia un día espléndido de octubre y esta tarde juega el Murcia.

Oliva

@beandtuit

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