ALGECIRAS-1-1-REAL MURCIA
ALGECIRAS: Íker, Paris Adot, Coch (Turrillo, 85), Lautaro, Gaixas (Tomás Sánchez, 63), Eric Montes, Javi Gómez (Leiva, 63), Marino, Rodri Escudero, Celorio (Manín, 71) y Diego Esteban (Juan Hernández, 85). Suplentes: Dani (ps), Curro, Rafa Roldán y Javi Alonso.
REAL MURCIA: Gazzaniga, David Vicente, Alberto, Jaso, Jorge Mier (Kike Cadete, 71), Moha, Boateng (Palmberg, 58), Loren Burón, Pedro Benito (Cadorini, 71), Pedro León (Knight, 79) y JC Real (Toral, 79), Suplentes: Suplentes: Íker Piedra (ps), Carlos Rojas, Saveljich, Larrea, Kenneth y Andrés López.
Árbitro: Gonzalo Sánchez (colegio castellano-manchego). Amarillas para los granas Antxón jaso (39´) y David Vicente (55´).
Goles: (min. 34): JC Real. 1-1 (min. 88): Lautaro.
Incidencias: Alfonso Murube. Casi 4000 aficionados en el Nuevo Mirador. Desplazamiento de medio centenar de seguidores murcianos en las gradas.
Comentario: Podría escribir una crónica bonita, animando al lector, incluyéndole en las citas, haciéndole partícipe de un empate del Real Murcia en Algeciras que le enorgullezca como acólito a la causa, como afín a una religión donde los granas escribieron un nuevo mandamiento, el undécimo, sustentado en dádivas: “Regalarás el fruto de tu trabajo a un rival necesitado”. Y eso hicieron los granas, fiel seguidores de un nuevo credo donde a los infieles a esa nueva creeencia se les queda cara de tontos. Porque ese rostro de abatimiento tras encajar, de desconexión de neuronas en la causa, fue el reflejo de once tipos que, sobre el césped, no estuvieron tan mal como para ofrecer en bandeja de plata dos puntos a un Algeciras que, pese a experimentar un crecimiento en el segundo acto, no debió llevarse al capazo un premio tan enorme como el empate.
Así, con condiciones tan claras para cimentar un nuevo dogma, cuesta entender que las simetrías en los dos últimos choques sean tan calcadas. Ni repetidas podrían darse en otros dos encuentros, mejor dicho, ya en uno, aunque siendo el Real Murcia el protagonista poco se puede dudar. Capaces de las gestas más heroicas -hay que tirar de archivo para ello- y de las patinadas más catastróficas, lo de los murcianos es algo que habría que trabajar en un diván. No hablo del partido ¿para qué? ¿Para aumentar el cabreo y fastidiaros lo que os queda del fin de semana? No están los bollos para hornear aún cuando Fran Fernández seguro que lleva todas las arengas en la saca en el primer entreno de la semana.
No conviene entrar en alarmismos, pero sí en propósitos de enmienda. Los jugadores deberían salir en procesión por el césped del Pinatar Arena tras la primera charla del entreno y fustigarse a la vez que murmuran “debo mantener la intensidad hasta el pitido final”. Así, varias vueltas, hasta el hastío. Y cuando acaben, lavado de cerebro y a pensar en golear al Sanluqueño, que pueden hacerlo, que deben. No hay más reflexión posible. Sin ir dentro, no me imagino la vuelta desde Algeciras en un autobús con un silencio que sería capaz de protagonizar una película de terror.
Pero, volviendo al choque, no creo que necesitéis que os cuente una novela de noventa minutos que ya conocemos, que habéis sufrido, que os ha flagelado una noche de insomnio. Os resumo en cuatro líneas; un cuadro grana muy definido, con las ideas claras en la primera parte, con el gol del monarca Real y una segunda parte irreflexiva donde ante cualquier mordisco se encoge, sufre, pierde protagonismo y, como el anuncio de las cucarachas, muere -a medias, eso sí, por el empate final-. Fran Fernández, con semillas y talento, sabe que le falta el agua y el oxígeno, y eso es algo que, en esto del fútbol, se entrena. Pero todo, cuando los epílogos de los choques se asoman por la mirilla, no son solo motivos para echar un vistazo, de refilón, al banco. Faltan calificativos para regalar 4 puntos, sí, cuatro, porque esta crónica se asocia también al anterior choque. Quizás creerse más de lo que son, ejercer roles de superioridad cuando aún no se es nadie puede hacer que un imberbe filial del Betis te saque los colores en la tabla. En fin, seguimos para bingo tratando de cantar línea, al menos, ante los de Sanlúcar. Dejen en paz al banquillo, os lo pido de verdad, y mirad para el campo porque lo que si está claro es que lo único que nos queda es pedir a la RFEF que los partidos duren 85 minutos.
Ángel García
@__AngelGarcia__
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