REAL MURCIA-0-0-ANTEQUERA CF

REAL MURCIA: Gazzaniga; David Vicente, Alberto, Saveljich (Jaso, 65), Cadete, Yriarte, Palmberg (Moha, 61), Loren Burón (Pedro León, 75), Davo (Kenneth Soler, 75), Flakus y Raúl Alcaina (JC Real, 61). Suplentes: Íker Piedra 8Ps), Jorge Mier, Boateng, Pedro Benito, Carlos Rojas y Toral.

ANTEQUERA CF: Jero Lario, Fomeyem, Iván Pérez, Luismi Luengo, Juanmi Carrión, Aspra, Marcelo (Arranz, 85), Biabiany (Pol Roigé, 91), Chema Núñez (González, 85), Luismi Gutiérrez y Longo. Suplentes: Iván Moreno (ps), Alcover (ps), Iván Rodríguez, Moreno, Guillem Jaime, Clavijo y Elejalde. ´

Árbitro: Gerard Brull Acerete (colegio catalán). Amarillas para los locales Loren Burón y Jaso además de los visitantes Fomeyem, Longo, Marcelo y Chema Núñez.

Incidencias: 12900 espectadores en las gradas de Nueva Condomina.

Comentario: Una despedida siempre produce tristeza, aunque algunos piensen que decir adiós puede sucumbir en algunas ocasiones a un bocado de realidad para ser masticado a contrarreloj. A veces, decir adiós cuando no quieres no te abre puertas, las derriba para volver a cimentarlas en su origen. Agitar un punto entre los dedos, como ayer, más que una salida a la vida es un sopapo a los sueños, esos sueños de quienes creían en sucesos paranormales más que en el milagro del liderato.

La embestida fue dañina para los acólitos a ese credo que sigue acumulando hordas de descreídos a una causa del ascenso que se debe encarar desde el plan B. Era una quimera pensar en asaltar la primera plaza de un Ceuta que se ha acostumbrado a mirar a los mortales por encima del hombro en esta segunda vuelta, de un equipo que tiene claro que compite por encima del buen juego, que puntúa por encima de estridencias. Lo de los granas es distinto porque en la diferencia está su distinción. No busca espacio libre en la solapa para colgarse medallas, no pretende abrillantar el legado sobre el césped de un equipo que parece siempre en transición pero que lamenta circunstancias; lesiones, viajes, tiovivos y colegiados. Nada más en el debe de un equipo que carece de firma definida para firmar cheques, como si jugará adaptado a la identidad del rival y al lacrado del silbato del trencilla.

Y hablemos del colegiado porque realmente ayer fue la peor performance de la temporada, y mira que ha habido malas y lamentables. Sin mis gafas, dos penaltis claros sin dirigirse a su punto, con ellas, una expulsión perdonada a Fomeyem y… pero ahí no tuvo culpa el Antequera. Son los andaluces un equipo aseado, que ya no se gusta tanto como en la primera vuelta, al que le han cogido la matrícula sus rivales y le impiden sonreír con el balón como solía destilar cuando lo tenía. Tiene sus momentos de evocación, los que llevan al recuerdo de lo que fueron, pero los nervios y el vértigo de verse con el complejo de la caída les hace caer en actitudes temerosas que se les desconocían. A Murcia vinieron de cara -en la segunda parte- y de perfil en la primera. Les costó imaginar a un equipo local con dos puntas de inicio, con un dibujo poco manipulado que les pudo confundir, pero puntuaron. A Gazzaniga apenas le hicieron cosquillas, pero supieron ser equipo, estar como equipo y parecer bloque. Poco más cuando se agarran con fuerza al PO y acaban los partidos silbando, como si nada.

Por eso y por más, el empate para el Murcia no se sabe como digerirlo. Los frustrados no verían el rimo inicial, las dentelladas que masticaba Alcaina peleando entre centrales, el aparente sosiego de Palmberg y la falta de puntería. El doble pivote visitante justificaba sus actos tratando de romper el guion grana, y estos engullían trabajo empujando al Antequera hacia un error que no cometieron. Los cambios de Fran Fernández en el segundo acto quebraron el dibujo rival haciéndole jugar tan junto que se confundían sus líneas. Tampoco fueron manada en ataque pese a buscar tránsito por las alas. Enloquecieron colgando balones, en pelotas paradas o en contras con un Flakus, ayer, ensombrecido por su ansia de remate. Buscaron jugar entre líneas, cavar cuevas en el poblado área visitante, despejar ecuaciones donde siempre había incógnitas con color y forma rival. Sus centrales realizaron una impecable labor de guerra; por tierra, aire y mar-entre la lluvia final- fueron gigantes ante un equipo de casa empecinado en no encontrar alternativas combinando.

Poco quedó, finalmente, para enmarcar. Tal vez alguna hipótesis que nadie quiere sostener. ¿Jugar mal y ganar o hacerlo bien y no sumar de tres? No seré yo quien responda teniendo claro que este principio no está claro ahora, quizás en el playoff

Ángel García

@__AngelGarcia__

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